El Valor de la Santidad...
“Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación.” (1 Pedro 1:15-17).
Está muy claro en las enseñanzas de las Escrituras que ningún creyente está exento o libre de pecado (1 Juan 1:8-10), pero también está claro que Dios espera que el verdadero creyente no peque deliberadamente. «Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios» (3:9).
La «práctica» del pecado es pecar deliberadamente como un estilo de vida. Una persona no salva vive una vida de pecado habitual. El pecado es una cosa normal una condición para la persona perdida. Un creyente verdadero no vive en pecado habitual o peca deliberadamente.
La palabra «santo», «santidad», «santo» y «santificar» Viene de una raíz Griega que significa «apartado para Dios». El creyente en el Señor Jesucristo es separado para Dios por el Espíritu Santo.
Vivir en santidad es vivir apartado para Dios y su obra. Una persona apartada para Dios, tiene la bendición de una posición santa delante de Dios en Cristo Jesús.
La evidencia del nuevo nacimiento es el comportamiento justo en la vida del creyente. La santificación es evidente en un cambio de vida. Dios nos cambia de adentro hacia afuera (2 Corintios 5:17). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”
Vivir en Santidad es el resultado real de un nuevo nacimiento en la vida del creyente.
1. Dios ordena que el creyente debe vivir en santidad.
«Sed santos, porque yo soy santo.» Sed santos,» (1 Pedro 1:16).
Una vida santa exige determinación
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. (Romanos 12:1).
El creyente es responsable de su vida interior y caminar exterior. Todas las áreas de nuestra vida deben estar en el proceso de ser conformados a la imagen de Jesucristo.
El pecado nos separa de Dios y de la comunión con El. El creyente no experimenta la vida sin pecado en esta tierra porque hemos heredado esa naturaleza, sin embargo nosotros vencemos el pecado a través del poder del Espíritu Santo que nos redarguye de pecado, justicia y juicio y nos lleva al conocimiento de la verdad.
La santidad o santificación puede ser perfeccionada
Es decir, completada o madura. La madurez o el crecimiento de la santidad, es un aumento a la semejanza de Cristo. Se trata de una santificación progresiva, y un rechazo permanentemente al pecado.
Nosotros recibiremos la glorificación cuando vemos a Jesús en el cielo, y no antes. Hasta entonces, vamos a crecer a Su imagen y semejanza. Nuestra responsabilidad es someternos nosotros mismos al trabajo interior del Espíritu Santo y seguir creciendo en Su imagen y semejanza (Santiago 4:8).
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”
2. La única prueba segura de que tenemos una fe salvadora en Cristo Jesús es una vida en Santidad.
“Sin santidad, nadie puede ver al SEÑOR Dios.” (Hebreo 12:14)
«Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación» (1 Tesalonicenses 4:7).
«Dios quiere que seamos santos. La santificación es el propósito declarado de Dios para el creyente. El cristiano ha sido apartado para Dios y por lo tanto es «santo» para el Señor. Debido a que hemos sido declarados para «perfeccionar la santidad en el temor de Dios» (2 Corintios 7:1).
La persona que pone su esperanza por la fe en el Hijo de Dios experimenta una purificación interna que es tan completa como la pureza del mismo Cristo. Llegamos a ser como Cristo, cuando enfocamos nuestra fe en Su gracia salvadora.
La Santificación no es un acto instantáneo. La Santificación es un proceso que comienza al nacer de nuevo que tendrá un crecimiento gradual como evidencia de nuestra nueva vida en Cristo y nuestro crecimiento espiritual.
La Santificación es necesaria en la vida del creyente porque:
3. La única prueba de que sinceramente amamos al Señor Jesucristo es una cuando practicamos una vida en santidad.
Juan 14:15 dice: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama» (vers. 21). «El que me ama, mi palabra guardará» (vers. 23).
La desobediencia a Dios y a su Palabra rompe toda comunión con Dios. Cuando no hay comunión no hay dirección divina. Aunque el amor y la misericordia de Dios es tan grande que aunque nosotros seamos infieles, El permanece fiel.
La respuesta al problema de la obediencia es el amor. Si lo amas, le obedecerás. «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando» (vers. 14).
Si amas a Jesús verdaderamente:
- Si le amamos, llegaremos a ser como Él.
- Si no le obedecemos, no le amamos. Si le amamos, le obedeceremos.
- No le amamos, no haremos lo que Él enseña.
- Porque el creyente conoce a Dios, le ama, vive una vida de obediencia y no practica el pecado.
4. La única prueba que somos verdaderos hijos de Dios es un estilo de vida en santidad.
«Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido» (1 Juan 3:6).
El hijo de Dios no tiene el hábito del pecado (no es que no pequemos, luchamos contra Él para no pecar) porque él tiene el principio divino de Dios de vida morando en él.
No podemos continuar pecando, porque ahora tenemos la naturaleza misma de Dios en nosotros. Una persona que «permanece» en una persona sin pecado, él mismo debe estar sin pecado, porque tiene una naturaleza regeneradora sin pecado.
Los hijos de Dios actúan como su Padre. «Porque todos los que son guiados por el Espíritu Santo de Dios, éstos son hijos de Dios» (Romanos 8:14).
El Espíritu de Dios conduce a la santidad porque Él no te conducirá al pecado y la desobediencia. Si el Espíritu te conduce, vivirás una vida santa.
«Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. » (1 Juan 3:15).
«Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. » (vers. 9).
«El nuevo nacimiento implica una purificación perfecta del pecado.»
Conclusión:
La Santidad en la vida del creyente es vital y muy necesaria porque su práctica y estilo de vida es la evidencia fundamental que demuestra nuestro nuevo nacimiento. La Palabra de Dios nos dice que: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).
Es la santidad un estilo de vida crucial e importante que debemos practicar todo creyente. Recordemos que la santidad o la santificación es un proceso que depende en gran escala de nosotros.
Que Dios nos ayude y nos guíe a poder comprender esta gran verdad y que su Espíritu Santo nos guíe a vivirla de la manera que Dios quiere.
(Ps. Jose Duanys Gutierrez).
Fuente: https://www.centraldesermones.com/sermones/41656-el-valor-de-la-santidad/4
Si aún no recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador personal lee y medita esta Oración de fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo . Gracias Jesús. Amén."
Si hiciste esta oración con fe. Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas Gloria a Él.
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