Tiempo y Propósito...

Eclesiastés 3:1; 10 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora…» 10 «Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en el”.

Tiempo y propósito, dos cuestiones que se entrelazan en nuestras vidas. Cuando ambos se conjugan en la voluntad de Dios, es cuando verdaderamente nos desarrollamos en nuestra vida cristiana.

Todo, absolutamente todo, tiene un principio y un fin. Todo lo que fue creado, irremediablemente tendrá tarde o temprano un final. Considerando la Biblia, vemos la creación en Génesis y vemos el fin en Apocalipsis.

1. El tiempo:

Todo en esta tierra comienza y termina. Todo tiene su tiempo. Nos movemos en una dimensión que llamamos tiempo y que resulta lo contrario a la dimensión de Dios. Lo contrario de la dimensión donde se halla el Reino de Dios. Lo contrario de esa eternidad en que mora la Trinidad.

Nosotros, los hombres y mujeres estamos inmersos y sujetos a esa dimensión del tiempo. No podemos escapar de ella en la tierra.

Todo tiene su tiempo, tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de servir al mundo y tiempo de servir a Cristo. ¿Tu crees que Dios te ha dado el tiempo para que tu dispongas de Él como tu quieras, como a ti te parezca? ¿O crees que desde el acto de la creación Dios le entregó al hombre el tiempo pero también un fin? En otras palabras, un propósito para que ocupe ese tiempo.

2. Un propósito que cumplir:

Dios te entregó un tiempo y te fijó un propósito en el cual emplear ese tiempo. Tu tienes un tiempo en esta tierra, y también tienes un propósito que cumplir en esta tierra.

En Eclesiastés 3:10, bien podríamos traducir la palabra “trabajo” por “responsabilidad”. Y así el pasaje quedaría: “Yo he visto la responsabilidad que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en Él”.

Dios ha creado al hombre dándole un tiempo y una responsabilidad para emplearlo. Un propósito a su vida, para que sea parte del plan de Dios en la tierra. Y esto es ser un instrumento de bendición para el mundo y predicador del mensaje de redención de Dios para los pecadores.

El apóstol Pablo

Pablo, sin lugar a dudas, dejo huellas en el cristianismo y fue porque entendió su tiempo y el propósito, la responsabilidad que Dios le había dado y al dar ese sentido a su vida. Pablo se transforma en un ejemplo mediante el cual continúa enseñando aún hoy.

El apóstol escribía a los Filipenses y les explicaba que su vida era Cristo, su meta era Cristo, que todo su cuerpo amaba a Cristo por sobre todas las cosas, por sobre su propio interés personal. A pesar que en realidad tenía un interés personal y que era: Partir con el Señor y estar ante su santísima presencia.

Pablo se encuentra con una duda, con un dilema

Por un lado el propósito que había entendido de parte de Dios, y por el otro su deseo personal de estar junto al Señor. Así lo plantea en Filipenses 1: 21-24. “Porque para mi, seguir viviendo es Cristo, en este cuerpo, mi morir, una ganancia. Y si al seguir viviendo en este cuerpo, mi trabajo puede producir tanto fruto, entonces no se que escoger, me es difícil decidirme por una de las dos cosas; por un lado quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mi; pero quedar en la carne es mas necesario por causa de vosotros”.

Vemos en v. 24 que Pablo resuelve su dilema cuando vuelve a afirmar su propósito en Cristo. Pablo entendió la importancia de cumplir con el propósito de Dios, él entendió su responsabilidad en la obra de Dios.»
Jesucristo entendió el tiempo y el propósito de su ministerio

En el capítulo 9 del evangelio de Juan se narra como Jesús sanó un ciego de nacimiento. Allí la sanidad, el trabajo lo realizó el día sábado, el día de reposo. Un día en que todos descansaban, pero Él hacía prevalecer su propósito. Es que en los versiculos. 4-5 nos dice: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo”.

El Señor enseñaba en esta ocasión a sus discípulos, pero esta enseñanza es para nosotros hoy en día. Vemos en el pasaje la necesidad que Jesús tenía en el corazón de cumplir con el tiempo y el propósito. Él entendía de la limitación del tiempo, pero se le imponía el propósito. “Me es necesario hacer las obras del que me envió” (v. 4).
3. Entendamos el propósito:

Este mismo deseo es el que Dios mantiene para cada uno de nosotros. Dios desea que cada uno de nosotros entienda su propio tiempo y propósito. Él, por medio de su gracia, le ha dado a cada ser humano un tiempo y un propósito. Pero en cada uno está la sabiduría, obediencia y responsabilidad de entenderlos y cumplirlos, dando así el total sentido cristiano a nuestras vidas.

Debemos entender la necesidad y la urgencia de cumplir con nuestros propósitos, para así dar cumplimiento al plan de Dios para los últimos tiempos. Nuestra sabiduría está en el correcto empleo del tiempo, y esta sabiduría es la que nos llevará al éxito en nuestra parte del plan divino.

En la carta a los Efesios, en el capítulo 5 (vv. 15-17), nos habla y guía Pablo al respecto. Nos dice que cuidemos el comportamiento y vivamos sabiamente, no como necios. Nos dice que aprovechemos bien estos momentos decisivos. Y sobre todo nos remarca que no actuemos tontamente, sino que procuremos entender cual es la voluntad de Dios. Cual es nuestro propósito en Cristo Jesús, y aprovechando bien el tiempo.
4. Una meta a cumplir:

Nuestro Padre Celestial elaboró un plan para cada uno, una meta a cumplir. El Señor nos dio las herramientas necesarias para esa tarea. Y la herramienta fundamental, que es el tiempo, siendo nuestra la responsabilidad de ser celosos guardianes de ésta herramienta.

Cada instante de nuestra vida es irrepetible, pero cada día comienza una nueva oportunidad para ser sabios, y convertirnos en protagonistas de la mayor cosecha de almas que jamás haya ocurrido. El Señor te dice en esta hora que seas sabio, y comiences ya mismo a emplear tu tiempo para cumplir con tu propósito en Cristo Jesús.
5. La voluntad de Dios

En la parábola de los talentos de Mateo 25, Jesús nos da una enseñanza práctica e ilustrativa de la plena voluntad de Dios. Nos cuenta la historia del hombre con muchos bienes que antes de partir le entregó a sus siervos, según la capacidad de cada uno, una cantidad de dinero. A uno cinco talentos, a otro dos talentos y al restante un talento.

El hombre volvió para ver a sus siervos, volvió a ver si habían entendido su propósito y si emplearon convenientemente su tiempo.

El primero puso a trabajar sus talentos, los hizo producir. Entendió su propósito y usó su tiempo sabiamente. Por ello logró el éxito, y obtuvo la multiplicación de aquello que le habían entregado.

El segundo hizo lo mismo. Actúo en función de su propósito y empleó sabiamente su tiempo, sin importarle haber recibido menos, pues él entendió que esta era su capacidad.

La respuesta a ambos fue la misma, sin importar la diferencia de talentos o su capacidad. El hombre le estaba diciendo que efectivamente habían entendido su tiempo y su propósito, y por ello entrarían en el gozo del señor y celebrarían su éxito, serían recompensados por su fidelidad.

El último siervo, el que menos talentos recibió, de acuerdo a su capacidad, tuvo miedo a la responsabilidad que recibió y no hizo trabajar su talento. Tuvo miedo al fracaso, no entendió su propósito. Es como aquellos cristianos religiosos que dicen servir, pero no asumen el compromiso por temor a la responsabilidad e poner sus vidas al servicio del Señor a pesar de saber que no son sus fuerzas sino la capacidad que recibió del cielo. Así, la respuesta fue la exhortación y el perder lo que había recibido por gracia, un regalo del Señor.

6. Un tiempo y un propósito

Dios nos ha dado un tiempo y un propósito a cumplir con los talentos, con los dones y los ministerios que recibimos por gracia, de regalo. Conforme al buen uso que demos de ellos, es que en la multiplicación estaremos engrandeciendo el Reino de los Cielos.

Dios no nos ha constituidos en siervos y siervas, pues esta es una decisión personal. Tuya es la decisión de integrarte al cuerpo de Cristo. Pero si nos ha constituido en hijos predestinados según lo declara Efesios 1:5 “En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”.
Conclusión

Nuestro destino está marcado en el sello de amor que el Padre estampó en nuestro corazón, y que es la fuerza motriz de la sabiduría para entender el propósito y la mejor forma de emplear el tiempo para nuestras vidas, logrando de esta forma la multiplicación de los talentos que el Señor nos confiara. Los talentos, dones y ministerios que el Señor nos diera por gracia, de regalo.

Para concluir este mensaje les invito a que leamos juntos estos versículos de la palabra de Dios, y dejemos que el Espíritu Santo los inserte, los establezca en nuestros corazones:
  • Juan 9:4-5 “Me es necesario hacer las obras del que me envió, mientras el día dura, la noche llega cuando ya nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, la luz soy del mundo”.
  • Salmo 138:8 “Jehová cumplirá su propósito en mi”.
  • Génesis 28:15 “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra, porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”.
(Ps. Reenier Gonzalo Prado).

Si aún no has aceptado a Jesús como tu Señor y Salvador personal medita en esta Oración de Fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador, escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo. Gracias Jesús. Amén."

Si hiciste esta oración con fe !Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas Gloria a Él!

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