Iglesia. Te necesitamos...


“Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca” (Hebreos 10:24-25).

En una ocasión, un hermano compartió conmigo la manera en que frecuentemente se siente los domingos cuando se dirige a la iglesia: desearía poder estar haciendo otra cosa.

Él inmediatamente señaló que esos sentimientos cambian rápidamente una vez que se inicia el servicio y comienza a experimentar los beneficios de estar con el pueblo de Dios. Pero no está solo. Si somos honestos, muchos de nosotros hemos sentido una especie de vacilación acerca de asistir a la iglesia.

En esos momentos o temporadas, no se necesita mucho para detenernos. Un par de gotas de lluvia en la carretera; el cosquilleo más leve en la garganta; un compromiso laboral que hay que entregar el lunes son impedimentos muchas veces para no asistir a la iglesia.

El hecho es que no tenemos que buscar razones para dejar de ir a la iglesia; tenemos que buscar razones para asistir. Dios mismo nos da dos en Hebreos 10:

“Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”, (Hebreos 10:24-25).

Algunos de nosotros dejamos de asistir a la iglesia porque creemos profundamente que no nos necesitan o no sirvo de nada con mi presencia.

También existen las excusas espirituales entre comillas: “Yo no estoy presente, pero mi espíritu si esta” o “vi el programa y escuché el sermón por internet”. “No fui al servicio, pero me quedé leyendo la Biblia en casa”

Y que de los cristianos flotantes. Todos los domingos visitan una iglesia diferente. No son miembros de ninguna se pasan la vida flotando porque no dan pie en ningún lugar. Al final no son nada.

El hábito de faltar a la iglesia no es nuevo. Las personas ya estaban tratando de deshacerse de los inconvenientes de “la comunidad del pacto” desde hace dos mil años atrás. Si la gente, en un contexto muy diferente y hace mucho tiempo, tenía la misma inclinación, entonces realmente es un problema humano y no uno contemporáneo. Desde que los cristianos se congregan, ha existido la tentación de faltar a la iglesia con cierta frecuencia.

La forma en que Dios nos anima a asistir a la iglesia

Lo que nos podría sorprender en Hebreos 10:24-25 es la alternativa de ir a la iglesia: “No dejando de congregarnos… sino exhortándonos”.

Congregarse para el servicio de adoración es vital para todos los cristianos, ya que es una forma esencial en la que Dios nos anima en nuestra fe.

Dios nos ha diseñado para necesitar de otros cristianos para estimularnos a seguir en el camino de la fe. Y los diseñó a ellos para que necesiten de nuestro estímulo.

Así que, dejar de asistir a la iglesia nos deja desprovistos de dos maneras: a ti del estímulo de los demás, y a los demás de los tuyos. Tu iglesia necesita que estés ahí, y tú necesitas que tu iglesia esté ahí.

Esto habla directamente de las dos razones más comunes por las cuales podemos desarrollar el hábito de desistir de congregarnos con los demás: orgullo y desánimo.

1. El orgullo

El resto de tu vida se despliega ante ti. ¿Quieres pasar tu vida creciendo en Cristo, y ser útil para Él? Dios mismo dice que para hacer eso, tú necesitas el aporte de otras personas y poder contribuir en la vida de los demás. Así es como Dios ha diseñado que su pueblo florezca.

Fuera de la iglesia local, estaremos privados del estímulo que Dios tiene para nosotros (y también fallaremos en ayudar a otros a crecer en su fe).

Somos instrumentos de bendición para otras personas cuando compartimos nuestros testimonios y experiencias y las gentes pueden ver lo que Dios hace en la vida de los creyentes.

El orgullo nos separa de Dios y de las gentes que no rodea. Llegamos a pensar que somos el ombligo del mundo cuando lo que somos lo somos por al Gracia y la misericordia de Dios.

2. El desánimo

Algunos de nosotros dejamos de asistir a la iglesia porque creemos profundamente que no nos necesitan. Nos sentimos inútiles, convencidos de que no tenemos nada que aportar. No somos como la cabeza o el ojo en la analogía de Pablo. Somos más como las partes menos importantes con las cuales se están comparando. Pablo entiende esto también:

“Si el pie dijera: ‘Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo’, no por eso deja de ser parte del cuerpo” 1 Corintios 12:15.

No dejando de Congregarnos sin un motivo justificado.

Hay razones que podrían ser justificables cuando uno se encuentra enfermo o cuando se tiene que trabajar de forma obligatoria los domingos, o cuando se tiene que estudiar en el turno noche, o cualquier otro motivo que sea verdaderamente justificable.

Esos motivos que Dios entiende y no me atrevo a juzgar. Pero no estoy hablando de esos casos, sino de aquellos casos en los que pudiendo venir a congregar no lo hacen, quizás por dormir hasta más tarde los domingos, o quizás por quedarse a ver televisión en casa, o por pasar más tiempo con la novia o por preferir está chateando en mis redes sociales, o por cualquier otro motivo que solamente tú y Dios lo saben.¿Estas cosas son más importantes para ti que obedecer a Dios?

 ¿Por qué debemos congregarnos?

PARA ESTIMULARNOS AL AMOR Y A LAS BUENAS OBRAS.

1. Estimularnos al amor es: 
  • Incitarnos al amor. 
  • Amarnos entre nosotros.
  • Provocarnos al amor realizando actos de amor.
  • Realizar actos de amor para con mi hermano.
  • Ayudar a los demás a demostrar su amor. 
  • Ayudarnos unos a otros a tener más amor.
Este estímulo a amarnos entre nosotros no es como lo ve el mundo, ya que el concepto de amor que tiene el mundo es casi siempre de contenido sexual. Este estímulo a amarnos se refiere a lo que Dios dice en su Palabra acerca del amor.

2. Estimularnos a las buenas obras es: 
  • Hacer lo bueno a los hermanos.
  • Hacer el bien a los hermanos.
El estimularnos los unos a los otros alentarnos en todo momento a pesar de las circunstancias en que estamos viviendo. No sabemos muchas veces las necesidades de los demás porque no nos relacionamos. Nos estimulamos los unos a los otros cuando:
  • Nos ponemos en los zapatos de nuestros hermanos y le ayudamos incondicionalmente.
  • Somos parte de las soluciones y no de los problemas.
  • Lloramos con mi hermano y cuando reímos también.
  • Demostramos un real amor cristiano desinteresado.
  • Suplimos no solamente necesidades espirituales sino también materiales.
  • Activamos nuestra fe y somos movidos a realizar buenas obras en la vida de los demás.
  • Entiendo que soy más útil animando que criticando.
  • Entiendo que soy más bienaventurado cuando doy que cuando recibo.
Conclusión:

El congregarnos siempre será de gran bendición para el Cuerpo de Cristo. El asistir a la iglesia estoy sosteniendo el culto regular de la iglesia, estoy colaborando en ayudar a los demás. Cuando me congrego puedo poner por obra los dones y talentos que Dios me ha regalado para edificar su Cuerpo.

(Ps. José Duanys Gutierrez).

Fuente: https://www.centraldesermones.com/sermones/40182-iglesia-te-necesitamos/2

Si aún no has aceptado a Jesús como tu Señor y Salvador personal medita en esta Oración de Fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador, escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo. Gracias Jesús. Amén."

Si hiciste esta oración con fe !Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas Gloria a Él!

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