Nuestras convicciones en torno al juicio del creyente...

¿Ante quién somos responsables?

Naturalmente pensamos en nuestra pareja, pues los esposos son responsables ante su cónyuge, así como los niños lo son ante sus padres. Sin embargo, algunos viven como si no tuvieran que rendir cuentas a nadie. Lo cual es un camino muy peligroso, pues la responsabilidad nos ayuda a mantenernos en el camino correcto. Básicamente, todos somos responsables ante el Señor, y un día estaremos ante su presencia para ser juzgados.

La Biblia describe dos juicios diferentes. Todos formaremos parte de uno de ellos. Nadie está exento de esto.
  • El juicio del creyente en 2 Corintios 5.6-10. “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (v. 10).
  • El juicio de los incrédulos en Apocalipsis 20.11-13. Se refiere al juicio ante el gran trono blanco en donde aquellos cuyos nombres no estén escritos en el libro de la vida serán juzgados de acuerdo a sus obras. Y como consecuencia quedarán separados eternamente de Dios.
El juicio del creyente:

¿Qué podemos esperar en el juicio de Cristo?
Solo quienes hayan aceptado a Jesucristo como Salvador personal estarán presentes. Nuestro encuentro con Cristo es un evento predestinado por Dios mismo. Desde el día en que somos salvos venimos a ser responsables ante Él por todo lo que hacemos. Nuestro Padre celestial desea recompensarnos de acuerdo a nuestra manera de vivir. Seremos evaluados por lo que hemos hecho con los dones, habilidades, talentos, relaciones, oportunidades y recursos económicos que nos ha dado.
Jesús será el Juez. Como Cristo es nuestro Salvador y ha perdonado nuestros pecados, no nos juzgará para determinar si podremos entrar al cielo, pues ya estaremos allí al ser juzgados. Nos juzgará para determinar la recompensa que recibiremos, de acuerdo a nuestras obras. A lo largo de nuestra vida, el Espíritu Santo nos ha mostrado cuando hemos pecado, nos ha capacitado para obedecerle, nos ha equipado para servirle y nos ha indicado lo que debemos cambiar. Es Él quien nos recuerda que algún día tendremos que rendir cuentas por nuestra vida ante Cristo.

¿De qué manera nos juzgará el Señor? 

Seremos juzgados conforme a nuestras obras. Primera a los Corintios 3.14, 15 nos dice: “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por fuego”. Aunque en ocasiones vivimos de manera casual, nada en nuestra vida es trivial para Dios. Recuerde que nuestra entrada al cielo le costó la vida a su Hijo unigénito, y nos ha dado al Espíritu Santo para que seamos fortalecidos y podamos hacer lo que nos pida. Al llegar ante su presencia para ser juzgados por Cristo, evaluará lo que hemos hecho y determinará si debemos ser recompensados por esas obras. Pero, aunque perdamos nuestra recompensa, podemos estar seguros de que nuestra presencia eterna en el cielo está garantizada.

Cristo nos juzgará según los siguientes aspectos:
  • La verdad de la Palabra de Dios que sepamos. Al comienzo de nuestra vida cristiana, conocemos muy poco, y seremos juzgados de acuerdo a eso. Pero, si ya hemos vivido mucho tiempo en sus caminos, seremos responsables por la verdad de la Palabra de Dios que hemos conocido.
  • Las oportunidades que Dios nos haya dado. Cada persona ha sido creada y dotada por Dios de manera única y especial; así que no habrá comparaciones al llegar a ese juicio. Cada uno de nosotros tendremos que rendir cuentas por lo que hemos hecho con las oportunidades que nos fueron dadas. En todo lo que hacemos, de acuerdo a los dones que hemos recibido, siempre debemos anhelar vivir con sabiduría, haciendo aquello que agrada, honra y glorifica a Dios.
  • Cómo hayamos reaccionado. ¿Qué hemos hecho con lo que Dios nos ha confiado? ¿De qué manera hemos usado nuestro tiempo? Jesucristo examinará nuestras obras y también nuestra motivación.
Recibiremos la recompensa o la perderemos:

Al reconocer lo que podemos recibir eternamente nos sentimos motivados a obedecer a Dios, pues sabemos que seremos recompensados de acuerdo a nuestra manera de vivir. 
Nos juzgará con justicia y rectitud, pero no seremos condenados, pues Jesucristo ya nos ha salvado de la condenación del pecado. 
Tampoco seremos comparados con otros, pues cada persona será responsable ante Dios por aquello que le ha dado. De manera que debemos pensar en este tema y escoger vivir cada día para la gloria de Dios, de manera que no perdamos nada al ser juzgados por el Señor.

¿Cómo prepararnos para el juicio?
  • En primer lugar, debemos aceptar al Señor Jesucristo como nuestro Salvador personal. De no hacerlo, seremos condenados eternamente en el juicio del gran trono blanco, en vez de ser juzgados ante el trono de Cristo para recibir sus recompensas eternas.
  • En segundo lugar, debemos examinar a diario nuestra manera de vivir. Tenemos que hacernos las siguientes preguntas: ¿De qué manera usamos el tiempo que nos ha dado Dios? ¿Qué uso hacemos de los dones que nos ha regalado? ¿Qué damos de los recursos materiales que tenemos? ¿De qué manera servimos al Señor? ¿Cómo le honramos? ¿Qué tan seguido pensamos en Él y le agradecemos? ¿Acaso podemos afirmar que nuestra vida y nuestras amistades son de su agrado? Y también debemos preguntarle al Señor qué es lo que desea cambiar en nosotros.
  • En tercer lugar, debemos reevaluar nuestras prioridades. ¿Qué lugar tiene el Señor en nuestro diario vivir? ¿Apartamos tiempo para estar con Él? ¿Qué papel juega el Señor en las decisiones que tomamos cada día? ¿Buscamos su perspectiva en medio de los problemas? Si consideramos lo bueno que ha sido Dios con nosotros, no desperdiciaremos el tiempo ni los recursos que nos ha dado.
  • Y, en cuarto lugar, debemos renovar nuestro compromiso diario de vivir como agrada a Dios y servirle de corazón. Las mañanas son un buen tiempo para recordar que somos responsables por aquello que haremos durante el resto del día. Comience su jornada con Proverbios 3.5, 6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”.
REFLEXIÓN:
¿Cuál es su primera reacción al pensar en el juicio final? ¿De qué manera le motiva este tema a vivir diferente? ¿En cuáles aspectos de su vida le gustaría hacer cambios?
¿De qué forma lo que Dios le ha confiado —habilidades, oportunidades, finanzas y amistades— le garantiza la seguridad de que ha vivido de una manera digna de ser recompensada?

(Dr, Charles Stanley).


Si aún no recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador personal lee y medita esta Oración de fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo . Gracias Jesús. Amén."
Si hiciste esta oración con fe. Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas. Gloria a Él!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El Fruto del Espíritu Santo...

Los siete hábitos de una vida consagrada a Dios

Para Abrir Camino y Avanzar en tu vida, Mantén tu enfoque en Dios...