Abre tus Ojos Espirituales...
Cuando una persona no ha sido hecho salvo por el Señor, es decir que Cristo no ha entrado en su corazón para hacer morada en él, no puede ver espiritualmente hablando.
Sus ojos físicos pueden ver todo lo que le rodea en el mundo físico pero no en el campo espiritual, y una persona que no puede ver está atada, esclavizada espiritualmente porque no se puede guiar por sí misma.
Esto es lo que le sucede al mundo y que le hace rodar de un lado a otro en búsqueda de soluciones a los problemas.
Cuando se sale a predicar por las calles se le dice a la gente que vengan a Cristo y su vida cambiará, y la gente llega a la iglesia pero pasa el tiempo y su vida no cambia, ¿por qué?
Una de las razones de porque la gente no cambia es porque mantienen la ceguera espiritual a causa de no permitir que sea el Señor quien les guíe en esa nueva vida, asumiendo su propia conducción siendo que la Biblia dice que si un ciego guía a otro ciego los dos caerán en el pozo.
¿Escucharon el refrán que dice: No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír?, este es el caso de quienes no desean ver la realidad de sus vidas, pues ahí está la verdad, en los hechos, y es lo que les sucede a aquellos que como los fariseos, que viendo, no quisieron reconocer el milagro que Jesucristo hizo.
La doctrina con la que fueron educados les cerró sus ojos, y hay muchos a quienes el enemigo no les permite ver los milagro que Jesucristo ha hecho en sus vidas y que provienen de Dios.
Leamos la palabra de Dios:
Juan 9:35-41 “Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”.
El principal síntoma de la ceguera espiritual es no entender las cosas espirituales, y no ver los milagros que el Señor hizo y hace en sus vidas, por lo tanto se halla interrumpida toda relación bíblica, siendo esta la razón por la que son llevados a la ociosidad espiritual, ociosidad que se manifiesta en la vida cristiana cuando no queremos leer la Biblia, no queremos congregarnos, y sobre todo cuando buscamos cualquier excusa para darle lugar a los deseos de la carne; además, esta manera de llevar la vida nos puede generar una esterilidad espiritual que no nos permite llevar frutos, entonces caemos en un estancamiento que ni siquiera nos permite ver el peligro espiritual, pues:
“El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño” (Proverbios 22:3).
Satanás utiliza la ceguera espiritual para que no veamos el amor de Dios que ha sido derramado sobre nuestra vida, y dejemos de valorar las bendiciones sobrenaturales recibidas.
Una forma de mantenernos ciego espirituales es a través de la incredulidad, y cuando hablamos de incredulidad estamos hablando de personas que no tienen fe.
Jesús nos dice: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:10-14).
Hablamos de personas que hoy no creen, que no tienen fe, pero en la Biblia vemos también que Marta no creía que Jesús podía resucitar a su hermano Lázaro, porque la incredulidad le decía en su interior que Jesús era un hombre común, de manera que no lo miraba como el dador de la vida, y por eso “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40), Jesús le habla de ver algo que Martha no podía hacer por causa de la ceguera espiritual causada por su incredulidad.
Por causa de la ceguera espiritual causada por la incredulidad hay quienes no llegan a ver lo sobrenatural que el Señor ha hecho en sus vidas. Cuando hablamos de lo sobrenatural no estamos hablando necesariamente de que veremos los ángeles y al Señor delante nuestro, estamos hablando de las sanidades, liberaciones, profecías, dones, talentos, ministerios, bendiciones, y todas las cosas que el Señor ha hecho en nosotros sin ser merecedores, pues “si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:10).
Nos damos cuenta de la importancia de la ceguera espiritual causada por la incredulidad en que el mismo Jesús no pudo hacer demasiados milagros en una ciudad, por causa de la incredulidad, la Biblia misma relata que “no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (Mateo 13:58), y si tu anhelas un milagro del Señor para tu vida debes dejar la ceguera espiritual y rendir tu corazón a Cristo, hecha fuera de tu vida la incredulidad ahora, en el nombre de Jesús.
En el libro de Lucas leemos: “Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen” (Lucas 24:13-16).
Revisando el pasaje vemos que los hombres iban desanimados, no demasiados convencidos, diríamos tibios, al punto que hablaron con Jesús y no le reconocieron porque la tibieza había causado ceguera espiritual.
No recibieron la vista hasta después que Jesús habló con ellos, esto nos muestra que la comunión con Jesús es fundamental para nuestra vida espiritual, también les compartió el pan, y esto nos habla de la importancia de alimentarnos de la Palabra de Dios, que es la que nos da la esperanza, confianza, para no perder nuestra visión.
No hay ciego más ciego que aquel que no quiere ver sus faltas, y no hay sordo más sordo que aquel que no quiere oír lo que no le gusta:
“porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:15-17).
El que está ciego espiritualmente no puede ver que no está haciendo la voluntad de Dios, más bien cree que las cosas que está haciendo son correctas, pero cuando reconocemos que somos pecadores y el Espíritu Santo nos convence de pecado, es cuando llegamos a conocer la luz de Jesucristo.
Es importante para nosotros saber lo que es bueno y nos conviene, ahora. ¿Por qué tenemos ceguera espiritual?, por no vivir agradecidos de las cosas que Dios nos da y nos permite disfrutar, se tiene ceguera por olvidarse del sacrificio de Jesús en la cruz, pues:
“el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1:9).
Y al muy importante, por no creer en las promesas de Dios y pensar en lo bueno que nos puede suceder en el futuro si ponemos nuestra fe en Él, “por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1: 10-11).
Si tu vista espiritual te está fallando, Jesús es el mejor doctor y quiere hacer una sanidad a tus ojos espirituales, durante el presente mensaje el Señor ya te revisó y dio un diagnóstico, dice que:
“la lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor” (Lucas 11:34-36).
¿Y cómo salir de la ceguera espiritual?, “unge tus ojos con colirio, para que veas” Apocalipsis 3:18, pero este colirio que habla el Señor no se compra en la farmacia sino que Él mismo te lo da cuando mantienes comunión con Él, nos esta diciendo que abramos los ojos espirituales, que tengamos discernimiento espiritual de todas las cosas que se mueven a nuestro alrededor para saber cuáles edifican y nos llevan a dar buenos frutos, y cuáles son las que debemos dejar y alejarnos pues nos llevan al infierno.
Ahora, una vez que te acercas y te congregas hay dos pasos que debes dar para quitarte la ceguera espiritual:
- Debes ser humilde como aquellos “dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo:
«¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron” (Mateo 20:30-34).
- Debes permitir que se te enseñe, pues si eres soberbio y crees saberlo todo será muy difícil que te puedas curar de la ceguera espiritual; y finalmente, debe haber entrega y pasión para el servicio en la obra del Señor, “porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8).
(Ricardo Hernández).
Si aún no has aceptado a Jesús como tu Señor y Salvador personal, medita esta Oración de Fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo . Gracias Jesús. Amén."
Si hiciste esta oración con fe. Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas !Gloria a Él!
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