Dispón tu Corazón a Dios....
¿Cuánta gente al lado tuyo tú tienes que te ayudan a calmar tu temperamento? O todos los que tú tienes a tu alrededor te lo provocan? Hay gente que te provoca tu temperamento para mal, vestidos de causas que suenan bien. Hay gente que te dice que te defiendas, pero tú vas y lo haces y después eres tú el que termina mal. Lo que pasa con el temperamento es que no te das cuenta que es siempre alguien externo quien te provoca. Ese fue el problema de Moisés.
Y alguno pudiera argumentar que Dios no descartó a David de un día para otro. Pero sí descartó a Saúl por lo mismo, una falla que cometió. Saúl se volvió orgulloso, su temperamento era incorrecto, era irracional. El temperamento de David era bien diferente; cometió inmoralidades, pero su temperamento era dominado por Dios. No vemos a un David cometer arranques; siempre vemos a un David controlado. Aunque comete errores morales, siempre vemos a un David que acepta responsabilidad y que mantenía la calma. Cuando lo ungen como rey, tiene la oportunidad de matar a Saúl y no lo hace. En un arranque, cualquiera lo hubiese matado, pero David pica un pedazo de la tela del vestido de Saúl, como diciendo: aquí estoy, pude vivir con ese arranque, pude haberte matado, pero no lo voy a hacer.
David era un hombre que, cuando cometía un error, se humillaba delante de Dios, lo que te demuestra que el error era uno sincero, no de un arranque de coraje, siendo provocado por todos los que estaban a su alrededor.
El mundo en el que vivimos te provoca, te causa frustración. Tu familia te provoca, tus hijos, las noticias; y si tú vas guardando todo eso dentro de ti, un día puedes explotar al punto tal de perder todo lo que has ganado por tanto tiempo para Dios durante esta época en tu vida. Por eso es que tú no puedes medirte igual que cualquier persona, no puedes pensar igual que cualquiera. Tienes que caminar con un estándar diferente. Pudieras pensar que eres igual que los demás, pero no. Tú no eres igual que los demás. De ti se espera algo diferente, que te controles, que hagas las cosas de forma correcta, que hables las cosas correctas, que no permitas que el mundo sea quien te provoque, que la gente en la calle te provoque fácilmente. Lo que Dios tiene para ti está más cerca de lo que tú jamás habías imaginado. Que un arranque de coraje no te haga perder lo que Él tiene para tu vida. No cojas un préstamo que no debas coger por la frustración, por la desesperación. No desees la vida de otro que ha decidido vivir por debajo de lo que debería. Tu estándar es diferente. A ti no se te perdona lo mismo que se le perdona a otro porque tú estás en un lugar mayor, y así debes pensar, como una persona privilegiada, llamada a algo digno de hacer lo que Dios tiene para tu vida. Camina en el lugar y en el nivel al que Dios te ha llamado a vivir para que puedas obtener lo que Él te prometió.
El problema de Moisés fue que, por demasiado tiempo, guardó rencor, odio, frustración. Moisés sintió dolor por el oprimido. Cuando vio a aquel egipcio golpeando al judío, mató al egipcio y lo enterró. ¿Por qué? Porque se identificó con el oprimido. Pero ¿quién le dañó el corazón a Moisés? Los oprimidos. Porque el que es oprimido es tan oprimido en su mente, que nunca se cree libre. Aquel pueblo que él liberó un día, por lo que él arriesgó todo -él dejó de ser hijo de la hija de faraón para liberar a ese pueblo, se fue cuarenta años al desierto, se identificó con el oprimido. Hay que identificarse con el oprimido, pero no dejar que el oprimido se te meta en el corazón porque eventualmente terminarás oprimido igual que ellos. Porque hay gente que, aunque son libres, no disfrutan de la libertad que tienen porque, en su mente, siguen siendo igual de esclavos. Y esa gente cansa. Tú ayudas a tus hijos, limitándose tú en tus cosas para darles a ellos, pero el hijo que está oprimido nunca te lo agradece.
Que tu corazón no se dañe. Vas a tener empleados que vas a hacer cosas por ellos y van a ser unos malagradecidos. Te vas a salir de tu camino para ayudarlos, vas a dejar de hacer cosas por darles a ellos, y son los mismos que van a provocarte; y tú no puedes permitir que se te llene el corazón de coraje porque no son ellos los que van a perder la tierra; ellos la tienen perdida hace tiempo. Hay hijos tuyos que, hasta que no terminen como el hijo pródigo, comiendo con los cerdos, no van a hacer nada. Es doloroso para un padre, pero hay hijos que eso es lo que les espera porque se les dio todo y no lo apreciaron.
Este mensaje no es para la multitud, es para líderes. Tú estás más cerca de entrar a la tierra prometida, lo que tú no puedes es permitir que los corajes de tus padres, el malagradecimiento de tus hijos, lo que ves en las noticias te haga desfallecer. No puedes permitir que te provoque a un arranque el mal gobierno que tenemos, los permisos que no se dan. No puedes permitir que todas esas cosas que vayan acumulando y te hagan explotar en un arranque que te haga perder lo que Dios tiene para tu vida porque hay gente que ya lo tiene perdido y, aunque a ti se te atrase un poco, estás más cerca que antes. Así que tiene que haber control sobre tu vida, tienes que pedirle al Espíritu Santo que maneje tu temperamento, que te conecte con Josué y Caleb. No somos muchos, pero somos los pocos que vamos a entrar, y somos los Josué y Caleb los que nos motivamos unos a otros. Qué maravilloso cuando tú puedes contar con alguien que te calme y te diga: tranquilo, no digas eso, no hables así, yo te entiendo, pero contente. Si lo que tienes es alguien que te dice: eso es verdad, diles más. El más bravo es el que sale a dar la paliza y es el que pierde después todo. Por eso es que nos hace falta conectarnos con Josué y Caleb y con el Espíritu Santo, para que te calme y te haga entender.
Hay varias cosas que pasan en tu vida, con las que tienes que tener cuidado.
“8 Y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel para con Dios su espíritu.” (Salmos 78:8).
Hay gente salva, pero con su corazón alejado de Dios. si hay algo que tú tienes que guardar en este tiempo, es tu corazón. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida. Si algo tú no puedes permitir que se te dañe es tu corazón. Hay gente que te va a engañar, pero nunca digas: jamás volveré a confiar en alguien porque se te habrá dañado el corazón. Tú tienes que poner tu corazón a la disposición de Dios todos los días. Dios no busca planes; Él busca hombres y mujeres conforme a su corazón. Entrégale a Él tu corazón, pídele que te sane del coraje, del odio, que nada te provoque a ira, a frustración, a desesperación, a entregar la tierra prometida. Que nada de lo que pase a tu alrededor provoque tu corazón. Hay gente que les inculcan a sus hijos odio desde pequeños. Pero tú no puedes estar dañando el corazón de una nueva generación.
Cuando permites que se te acumulen las cosas, se crea un coraje que guardas en tu corazón, dañandolo, y después cuando estés a punto de entrar a la tierra prometida, un arranque te puede hacer perderla.
Tú no eres como cualquier otro. Tú estás más cerca de lo que tú piensas. Dios va a pagar tu fidelidad. Todos los años que tú te has mantenido trabajando, Dios va a pagar por eso. Y todos los problemas que tú has vencido, la Biblia dice que Dios paga el doble. Y lo peor que te podría pasar es llegar, pero con un corazón dañado. Ahí sí sería problemático.
Dispón tu corazón a Dios.
Cuando llenas tu corazón de ese odio, de ese coraje, cuando no guardas tu corazón, lo segundo que haces es murmurar.
“27 y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos.” Deuteronomio 1:27
Dios le dice al pueblo: murmuraste en tu tienda. Cuando Dios regaña al pueblo, no lo regaña por haber murmurado en público. Se quejaron en público, como grupo, pero Dios lo que vio fue que murmuraron en la tienda. Muchos se controlan en público, pero se van a su casa y allí murmuran. Y tú piensas que, como Dios te está viendo bajo control en público, no te das cuenta que Él se mete en tu tienda. Acán, cuando cogió el diezmo, lo metió en su tienda, y trajo maldición a toda su casa, y trajo maldición porque es lo que tú metes en tu tienda lo que te contamina, es lo que metes en lo privado lo que te hace daño.
Tú tienes que salir afuera al mundo a luchar, pero en tu tienda, en la tienda de tu casa, en lo privado, en tu hogar, con tus hijos, con tu cónyuge, no. ¿Dónde te desahogas entonces? Búscate un Josué, un Caleb con quien te puedas desahogar fuera de la tienda, y en tu casa, métete con el Espíritu Santo de rodillas y olvídate de quejarte, de murmurar.
(Ps. Otoniel Font).
Si aún no recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador personal lee y medita esta Oración de fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo . Gracias Jesús. Amén."
Si hiciste esta oración con fe. Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas Gloria a Él.
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