Enamórate de La palabra...


“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. 6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. 17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (Juan 1:1-18).

Juan fue un hombre que tuvo una experiencia con Jesús de una forma muy peculiar, al punto que Juan mismo se declara como el discípulo amado. En ningún lugar Jesús dice que Juan sea su discípulo amado, pero Juan cuando escribe, dice que lo es. Conocemos a Juan como el discípulo amado, pero es por lo que él escribe de sí mismo, y él escribe eso por la relación que tuvo con Jesús. Fue el jovencito del grupo, se afirmó con Jesús, caminando con él en una relación muy especial, al punto que al final, cuando Jesús está a punto de morir, le dice a María: madre, he aquí tu hijo; y a Juan le dice: he aquí tu madre. Era un vínculo muy especial, que provocó que Juan tuviera esa afinación con Jesús, y al mismo tiempo es lo que provoca que Juan tenga revelaciones que otros discípulos no pudieron tener.

En estos versos, Juan quiere presentar a Jesús de una manera muy diferente a como lo presentan los demás evangelistas; lo presenta de una forma muy espiritual. Está hablando acerca del poder del verbo, de la palabra, del logos. El logos se conoce como la palabra escrita, y el rema como la revelación o pensamientos que vienen a tu vida y que tú no habías identificado, una palabra de parte de Dios. Pero Juan nos está mostrando algo todavía más poderoso: la transición de pasado, presente y futuro, a través del logos. Por lo tanto, el mundo entero fue creado y se sostiene por el logos, por la palabra de Dios.

Juan dice que al principio de todo, cuando todo estaba vacío, vino un logos. Ese logos se manifestó. Tú no puedes conocer realmente el logos de Dios hasta que se manifiesta. Por lo tanto, Dios dice: sea la luz; y fue la luz. Ahora, ese logos, de manifestarse en la tierra, se manifiesta ahora en un hombre: el Hijo de Dios encarnado, que es Jesús. Ahora Jesús viene a ser la expresión viviente del logos. Vimos primero el logos en la creación porque todo lo que se ve fue hecho de la palabra. Nosotros no estuvimos ese día que la palabra se manifestó y creó el Universo. Hoy tenemos una relación con algo que ocurrió miles de años atrás, por una palabra que Dios dio. Hace dos mil años atrás, el logos se encarnó, no en la creación porque ya la creación estaba hecha, sino en un hombre, que es Jesús; y camina en medio del mundo, y aquellos que se supone que lo reconocieran, no lo pueden reconocer, no lo entienden, pero era el verbo encarnado, la palabra de Dios encarnada. Hubo un grupo de hombres que caminó con él, tuvieron una relación con él, y por eso siempre nos hablan de aquellos que caminaron, lo vieron y creyeron, y aquellos que en un futuro creerán.

La pregunta es: nosotros, que somos los del futuro, cómo podemos creer, o en qué creemos los que somos del futuro, que no estuvimos al principio del Universo, y que no tuvimos relación con la palabra encarnada. Pues la única relación que tenemos es a través del logos que se dejó escrito, que es la palabra de Dios. Esta palabra te debe llevar a una relación con el logos encarnado, que es Cristo; y ese logos encarnado que es Cristo, te va a llevar a una relación con el Padre celestial, porque la razón de Cristo es darte a ti acceso al trono de la gracia, a una relación con el Padre. Pero no hay tal cosa como llegar al Padre, si no es primero a través de Cristo, y no hay tal cosa como llegar a Jesús o al Cristo, si tú no tienes una relación con la palabra.

Todo aquel que diga que es cristiano pero no tiene una relación con la palabra, lo que está tratando es de buscar un atajo para decir: tengo una relación con Dios. Pero si tu vida no está basada en esta palabra, no puedes decir que tienes una relación con Dios, porque la única expresión hoy del logos manifiesta aquí en la tierra es por esta palabra. Esta palabra te lleva a Jesús, y él te lleva al Padre celestial. No hay tal cosa como un atajo. ¿Qué es entonces la persona del Espíritu Santo? Lo que va a llevarte siempre a la persona del Espíritu Santo es la palabra. Cada vez que el Espíritu Santo trata contigo, lo va a hacer a través de la palabra; te va a enseñar las Escrituras. Por lo tanto, tu dependencia de tu experiencia con Dios no es más espiritual de lo que es el estudio de la palabra del Señor, de tú amar esta palabra, recibirla; porque el logos se ha manifestado en tres dimensiones, de tres maneras diferentes. La primera dimensión creó al mundo, la segunda dimensión trajo a Jesús, la tercera dimensión cuando Jesús va al Padre, lo que nos queda es la palabra, a través de la cual el Espíritu Santo nos enseña para tener una relación correcta con Jesús para entonces poder tener una relación con el Padre.

La única manera en que tú puedes tener una relación con el Padre celestial y caminar una vida de seguridad en esta tierra es a través de la palabra del Señor.

Si tú no te enamoras de la palabra de Dios, del estudio de la Palabra, si no la memorizas, si no la lees, si lo único que haces es recibir cuando vas a la iglesia, tu vida carece de lo necesario para tú tener una relación con Dios. Cada oración que tú hagas, debes hacerla basada en la palabra del Señor; tu matrimonio debes dirigirlo conforme a la palabra del Señor; tus enseñanzas a tus hijos deben ser dirigidas por la palabra de Dios. Tienes que enamorarte de la palabra de Dios porque es lo único que tenemos hoy como expresión del logos de Dios, del Verbo de Dios que nos lleva realmente a Él.

Hay gente tratando de interpretar lo que está pasando hoy día, basado en lo que dice la Biblia, pero la Biblia no nos explica todo lo que pasa, la Biblia lo que nos dice es cómo trabajar, a pesar de todo lo que esté pasando.

Dios no proveyó una explicación determinada, específica, de todo lo que hoy pasa. Hay quien pregunta si la cremación es o no de Dios. La Biblia no dice nada al respecto en ningún lugar. El único lugar que hay una pequeña referencia a la cremación, es 1 Corintios 13, que dice: si doy mi cuerpo para ser quemado y no tengo amor, de nada sirve. Entonces, hay debate entre cremarte o no cremarte. Pero hay cosas en las que la Biblia lo que nos da es una dirección interna en cuanto a cómo actuar ante esa situación. Lo más importante para el Señor, no es si te creman o no, sino que mueras en Cristo, que sepas que es ganancia; y al que le toca cremar a otro, lo que tiene que saber es que no lloramos como los que no tienen esperanza, sino como que la tenemos, sabiendo que algún día nos vamos a encontrar. La Biblia te da el parámetro, no para explicar la circunstancia, sino para enfrentarla. El debate de la cremación es por cómo Dios te va a levantar de los muertos, pero si Él va a levantar de los muertos al que se pudrió, también puede levantar al que cremaron, puede juntar tus cenizas así como el polvo de la tierra.

La Biblia lo que te da es la autoridad para tú enfrentar las circunstancias a tu alrededor. En vez de estar preocupado, lo que tienes es que enfrentar al mundo.

(Ps. Otoniel Font).


Si aún no recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador personal lee y medita esta Oración de fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo . Gracias Jesús. Amén."
Si hiciste esta oración con fe. Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas Gloria a Él.

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