!Profetizas o Te Secas!
Hay dos tipos de personas. Hay quienes andan como huesos secos, esparcidos por todas partes. Sus vidas son un reguero; no tienen ni pies ni cabeza; andan desajustados. Van a la casa de Dios domingo tras domingo, y Dios comienza a unir hueso con hueso, y sus vidas comienzan a tomar forma. Luego, el Espíritu de Dios los ilumina, les revive, les da vida, y vida en abundancia. Otros, llegan como la otra parte del ejército que vemos en Ezequiel; porque si difícil es estar en un valle de huesos secos, descoyuntados, igual de malo es estar unidos y no tener vida. Son aquellos que pensaban que tenían todo bien. Y así hay muchos. Piensan que están bien porque las cosas les van bien. Triste y difícil es no tener casa, pero igual de difícil es tener una buena casa y un matrimonio en divorcio.
Hay algunos que tienen los huesos secos; otros, parece que están bien, pero lo que parece que está bien, no necesariamente tiene vida. Porque la vida no te la da que tus cosas estén ordenadas; la vida te la da que el Espíritu de Dios esté dentro de ti.
Solo el Espíritu de Dios puede llenar la vida de una persona.
No importa la condición, si estás en un valle de huesos secos o si tú eres un ejército formado, la única respuesta que tú tienes es que el Espíritu de Dios, el Espíritu que resucitó a Cristo de los muertos, se meta dentro de tu vida para que te haga una persona nueva, transformada por el poder de Dios.
Mientras más prediquemos esta palabra, más gente se va a levantar y entender la necesidad que se tiene del poder del Espíritu Santo en la vida de cada uno.
En esta historia, vemos claramente la obra del poder de resurrección en la vida de toda una nación. No podemos permitirnos abandonar aquellas cosas que nos han hecho lo que somos hoy. Puerto Rico fue fundado bajo esta palabra, y a través de los tiempos nuestra isla ha sido bendecida porque hemos creído en Dios por encima de todas las cosas. Si sacamos a Dios de nuestros discursos, de la política, de la escuela, de la sociedad, le estaremos sacando de todo lo que es vida en realidad en todos nosotros. Y podremos ser un país muy ordenado, con una buena casa, pero sin vida por dentro. Y tan mal están los huesos secos tirados en el suelo, como los huesos secos formados, unidos y sin vida; y eso solo lo resuelve nuestro Señor. Esto nos da esperanza, nos deja saber que tenemos futuro.
“11 Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.” (Ezequiel 37:11).
En la Biblia, hay paralelos, historias que se repiten. Y aquí hay una imagen que sucedió al principio de la humanidad de forma similar. En Génesis, vemos cómo Dios forma al hombre del lodo y lo hace una forma, un cuerpo. Allí estaba, pero estaba vacío. No es hasta que sopla en él aliento de vida, que el hombre se convierte en un alma viviente. En esta ocasión, en el libro de Ezequiel, no vemos a un ejército de gente formada de lodo. Vemos a un ejército formado de huesos secos. ¿Por qué no lodo? Los huesos, cuando estudiamos, vemos que representan nuestra historia. Tú puedes conocer la historia de una persona por sus huesos. No necesitamos ni toda la osamenta. Nada más por un hueso en particular que podamos identificar, ya sea el fémur o cualquier hueso, con medirlo, podemos saber qué tan alta fue la persona. Hay quien quiere tener hoy más ideología que ciencia, y nos critican a nosotros por no creer la ciencia; pero cuando miramos los huesos, sabemos si fue hombre o mujer; no hay ni que mirar los genitales. La ciencia, automáticamente, por tus huesos, sabe si tú eres hombre o mujer. Así que tú puedes vivir bajo la ideología que quieras, pero cuando veamos tus huesos al descubierto, sabremos siempre lo que Dios te creó. Eso es ciencia. No es si crees o quieres. Esa es la ciencia. En los huesos, no hay forma de ocultarlo. Te puedes hacer todas las cirugías que quieras, y los huesos cuentan tu historia. Los huesos cuentan cuántos años has vivido, los golpes que has recibido. En tus huesos, llevas marcas. Es más, se pierde toda esperanza cuando el hueso se seca porque hasta la sangre es producida en la médula ósea, dentro del hueso. Los huesos cuentan tu historia.
Lamentablemente, no nos damos cuenta, a través de la vida, que por los errores de nuestro pasado, nuestras historias nos hacen creer que nuestra vida se secó. Es interesante. No se nos habla de los huesos de Adán, sino del lodo de Adán, porque Adán no tenía historia, no tenía pasado. Así que Dios lo forma del lodo, y sopla sobre algo que no tenía historia. Pero Israel tenía historia, como tú tienes historia en el día de hoy. Tu pasado está en tu mente, en tu interior, dentro de ti; y lamentablemente, a través de los tiempos, sin darte cuenta, esa historia, cuando tú la miras, te hace perder la esperanza. Cuando miras el vaivén de la vida; lo alto, lo bajo, lo complicado de las malas decisiones; cuando miramos el futuro a través de nuestra historia, nuestros huesos se secan. Y es muy triste que en tu interior, en lo más profundo de ti, ya no haya vida porque tu historia te haga creer que tú no tienes esperanza.
La pregunta para ti hoy es, en el valle de los huesos secos, cada mañana cuando te levantas, ¿qué dices? ¿Profetizas, o dices que estás seco? Porque ellos estaban secos porque ellos decían que estaban secos, que no tenían esperanza, y que estaban destruidos.
Cuando tú miras tu vida, tu ayer, las decisiones que has tomado, las consecuencias de las cosas que han pasado en tu vida, cuando miras las cosas a tu alrededor, ¿qué piensas, qué dices? Cuando tú miras tu vida a tu alrededor, ¿qué hablas, qué confiesas, qué declaras? No se trata de que digas cosas a lo loco. El profeta fue claro. Él dijo: Señor, tú lo sabes. Hay cosas en tu vida que deben desaparecer, que no deben revivir; pero eso no quiere decir que tu vida se ha acabado, que se ha terminado, que tu historia no se va a completar.
Cada mañana, cuando te levantas, ¿qué dices de tu vida? ¿Qué hablas de ti? Lo triste es que hay gente que parece ser positiva, pero el mensaje detrás de lo que dicen es negativo. Posteas un mensaje que parece ser positivo, pero el mensaje detrás del mensaje lo que nos dice es que tú no crees que hay esperanza para tu vida. No nos damos cuenta que vivimos en un tiempo de arte de decir cosas negativas que suenen bonitas para agradar a montones de gente. Y si triste es aquellos que hablan negativo de primera intención, triste es la gente engañada, escuchando detrás de los mensajes que se dan, mensajes que no son correctos. En Puerto Rico hubo un caso en que plagiaron un anuncio, pero el creador del mismo dijo que no le plagiaron un anuncio, sino una idea. El anuncio no fue diseñado para reclutar voluntarios para conteo de votos en una elección, sino para convencer de que tu voto es robado. Y si tienes a un pueblo pensando así, lo manipulas. Suena bonito reclutar voluntarios, pero ya vemos que el mensaje detrás era otro. Y así hacen muchos.
Quizás tú dices cosas que parecen bonitas pero que el mensaje detrás del mensaje lo que demuestra es que tus huesos se están secando. Tú no estás aquí para que lo que tú digas agrade a los demás, sino para decir lo que Dios dice que tú tienes que decir, a pesar de lo difícil que se vean las cosas. Y tú no puedes, con palabras bonitas, tratar de ocultar, de disfrazar, la pena, la miseria que sientes en tu interior cuando en tu interior no tienes esperanza de que estas cosas van a vivir.
Deja de estar diciendo que tú no tienes vida, que no tienes esperanza, que tu vida está desolada, deja de estar filosofando con palabras bonitas, ocultando tu dolor, tu angustia. Mejor di la palabra de Dios, le guste o no a la gente, a pesar de lo que estás viviendo, para que te atrevas a creer que por el poder de Dios en tu vida, tu vida va a cambiar, tu vida se va a levantar.
Tus huesos se secan, no por tu pasado, sino porque tú dices que te estás secando, porque tú dices que no hay esperanza para ti, porque tú dices: se acabó, se terminó, estoy destruido, desolado. Hoy es el día de tú pararte firme y decir: ¿sabes qué? Yo no estoy desolado. Señor, ¿qué es lo que tú quieres conmigo? ¿Qué es lo que tú vas a hacer en mi vida? Dime. Y cuando el Señor te muestre lo que va a hacer contigo y tú busques su palabra y Él te enseñe lo que Él va a hacer contigo, atrévete a declararlo a pesar de lo que el mundo piense, atrévete a confesarlo, a pesar de lo que tú veas, y tus huesos van a vivir.
Para ti todavía hay esperanza. Es verdad que hay cosas que ya no van a volver, que se tienen que secar; pero hay otras cosas que están secas, que Dios está esperando que tú te atrevas a predicar, a hablar y decir lo que Él ha dicho de esas cosas para que se levanten. Si ante la pregunta de si aquellos huesos vivirían, el profeta hubiese dicho no, Dios lo hubiera sacado a Él y hubiera buscado a otro porque los huesos secos no van a vivir o morir porque un hombre no se atreva a predicar la palabra. Dios va a buscar a alguien que se atreva a decir lo que Él quiere que se diga para que la palabra se cumpla y se complete.
Atrévete a decir de tu vida lo que Dios dice que tienes que decir, atrévete a creerle.
(Ps. Otoniel Font).
Si aún no recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador personal lee y medita esta Oración de fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo . Gracias Jesús. Amén."
Si hiciste esta oración con fe. Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas Gloria a Él.
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