Las cosas viejas pasaron...



Una de las cosas que tenemos que lograr hacer en nuestro interior para poder mirar hacia el futuro, hacia el mañana, y experimentar ese poder y la gracia de Dios sobre nuestras vidas para nosotros, es aprender a vencer la nostalgia.

La nostalgia es uno de los enemigos más grandes del futuro que Dios tiene para ti.

“La gente extranjera que se mezcló con ellos se dejó llevar por el hambre, y los hijos de Israel también volvieron a sus llantos, diciendo: “¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos. ¡Ahora nuestra alma se seca, pues nada sino este maná ven nuestros ojos!” Números 11:4-6

Cuando Dios saca al pueblo de Israel de Egipto, a pesar de haber salido de allí, Egipto no salió de ellos. Salieron de Egipto con provisión, pero además, entre las primeras experiencias que tienen después de salir de allí, Dios suple su necesidad de alimentarse dándoles comida, dándoles maná. Ellos se cansaron de comer maná y comienzan a exigirle a Dios que les dé carne para comer. Su pedido lo hacen de manera nostálgica, recordando lo que ellos tenían para comer en Egipto. La nostalgia, la manera en que recuerda su pasado, detiene al hombre de poder obtener las cosas nuevas que Dios tiene para su vida.

Uno de los fundamentos del evangelio más poderosos que hay en a la Biblia se encuentra en 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

Una de las premisas más grandes del evangelio es dejar la vieja vida para obtener la nueva vida de Dios. El problema es que para obtener la nueva vida no se puede caer en el estado nostálgico de lo que fue, de lo que sucedió en algún momento dado, de aquellos tiempos, del pasado, del ayer. Si permites que la nostalgia te agarre el corazón, no podrás ver el futuro que Dios tiene para ti. Tienes que mirar hacia el futuro y crear el nuevo futuro que Dios tiene para ti.

La nostalgia idealiza selectivamente el pasado. Hay cristianos que viven pensando que, desde que se convirtieron a Cristo, las cosas les van mal, que el diablo les está dando duro. Pero piensa, antes de que te convirtieras, ¿la vida no te daba duro? Este tipo de persona llega a la iglesia a ver cómo se les puede resolver sus problemas y se molestan cuando la iglesia no se los puede resolver. Pero, ¿quién te resolvía los problemas antes de convertirte? Si te iba tan bien afuera en el mundo, ¿para qué le entregaste tu vida al Señor? Le entregaste tu vida al Señor porque la verdad es que no te iba tan bien en el mundo. Te diste cuenta que te iba mal y que el mundo no te podía dar una verdadera solución a tus problemas; entonces fue que decidiste entregarle tu vida al señor. Siendo así, ¿por qué idealizas la vida que dejaste sabiendo que no era buena?

El problema de la nostalgia es que puede captar el corazón en un instante y llevarte a idealizar selectivamente ciertas cosas de tu pasado. A todos les llega el momento de nostalgia de alguna manera u otra, de tiempo en tiempo, al contemplar el pasado y recordar ciertos momentos de nuestra niñez, de nuestra juventud. La nostalgia no es totalmente mala, pero sí peligrosa.

La nostalgia, psicológicamente, es la manera de minimizar el estrés por un momento. El recordar una buena memoria y experimentar ciertas emociones positivas de cosas vividas en el pasado, permite que, por un momento, se tenga una escapada del presente. El problema es que no se puede escapar toda la vida del presente. El presente hay que enfrentarlo, vivirlo y seguir hacia adelante, sabiendo que Dios tiene algo más grande para tu vida.

Cuando el pueblo de Israel recordó la comida de Egipto, no estaban pensando en todos los azotes que recibieron, el calor que pasaron, todo el trabajo que hicieron. Cuando se quejaron de lo que no tenían, seleccionaron la mejor memoria de su pasado. Recordaron una comida que no era ni tan buena, que eran las sobras, pero lo hicieron simplemente para quedarse amarrados al pasado.

Entiende hoy que Dios tiene para ti una nueva vida, tiene para ti algo más grande. Recuerda que fuiste llamado para ir de gloria en gloria, de triunfo en triunfo, de bendición en bendición. Declara hoy lo que Pablo declaró, en Filipenses 3:13-14 ”…una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

(Ps. Otoniel Font).

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