El cumplimiento de una Promesa...

Dios nos hace muchas promesas maravillosas en su Palabra, pero a menudo no vivimos conforme a ellas. Lo cual nos hace pensar que Dios no contestará nuestras oraciones, y dudamos de su deseo de obrar en nuestras vidas. Terminamos orando por cosas que no están dentro de la voluntad de Dios y que no tienen fundamento en las Sagradas Escrituras. Si queremos respuestas a nuestras oraciones, necesitamos pedirle a Dios lo que esté arraigado en su Palabra.

El Dr. Stanley explica cómo Dios le enseñó a confiar en su Palabra y comparte los principios bíblicos que también nos permitirán hacerlo. Estos son:
  • Las promesas de Dios son claras
  • La orientación de Dios viene acompañada con sus promesas
  • Los tiempos de meditación y adoración personal fortalecen nuestra fe en las promesas de Dios
  • Cambiar el rumbo del camino de Dios indica que dudamos de lo que nos ha prometido
  • Dios renovará sus promesas si seguimos su voluntad
  • Escuchar consejos impíos o imprudentes puede hacer que ignoremos las promesas de Dios y nos salgamos de su voluntad
  • El cumplimiento de la promesa de Dios puede parecer imposible cuando lo vemos desde nuestra perspectiva, y puede requerir una acción de nuestra parte que parece ir en contra de sus promesas
  • El cumplimiento de las promesas de Dios puede requerir que sacrifiquemos algo muy querido para nosotros.
El fundamento de nuestras peticiones debe encontrarse en las promesas de Dios. Cuando confiamos en sus promesas, nuestras oraciones tendrán fuerza y encontraremos las respuestas que buscamos.

La Biblia es una impresionante e inagotable fuente de promesas de Dios.

Podemos estudiarla para discernir la voluntad de nuestro Padre celestial en cualquier situación. No obstante, a veces parece que Dios no contesta nuestras peticiones pero eso se debe, en primer lugar, a que no pedimos conforme a su voluntad; y en segundo, a que nuestras peticiones están basadas en nuestros deseos. Es decir, podemos esperar que Dios nos conceda algo solo si lo hacemos conforme a sus promesas que encontramos en la Biblia. De esta manera, en lugar de anhelar y desear, podemos confiar plenamente en que Dios nos concederá lo que pedimos porque estará de acuerdo con su voluntad (1 Jn 5.14, 15).

La vida de Abraham, un ejemplo maravilloso del poder que Dios tiene para cumplir cada una de sus promesas.

Se inicia en Génesis 12.1-3, con el pacto que Dios hizo con Abraham y que consiste de ocho partes. Al examinar este pasaje podemos aprender el valor de esperar en Dios y observar las consecuencias negativas que podrán surgir si tratamos de adelantarnos a sus planes. Los detalles y circunstancias de nuestra vida difieren de los de Abraham, pero los principios y lecciones que funcionaron en su tiempo se aplican también en nuestros días. Siempre que nos sintamos frustrados por algo que nos suceda y dudemos de que Dios cumpla su palabra, recordemos que:

1) Dios expresa sus promesas con toda claridad (Jos 1.6, 9). 
Nuestro Padre celestial jamás nos da instrucciones imprecisas ni espera que descifremos lo que quiere que hagamos, pues nos ama incondicionalmente y quiere darnos lo mejor. Además, nos ha hecho promesas claras en su Palabra con el fin de que cumplamos sus propósitos, que cubren todos los detalles de nuestra vida. Si nos apegamos a ellas, nos mantendremos firmes ante cualquier adversidad.

2) Con sus promesas, Dios nos muestra el camino en el que debemos andar (Sal 32.8; Pr 3.5, 6). 
Él no quiere que andemos “a ciegas” y por eso nos instruye y nos dirige a cada paso. Él conoce todos los detalles y nos conduce por el camino correcto, como lo hizo con Abraham en su travesía hacia la tierra de Canaán (Gn 12.6-8).

3) Es necesario que tengamos un tiempo personal de adoración y meditación a diario (Gn 12.7, 8). 
Después de recibir el anuncio del pacto que el Señor deseaba hacer con él, Abraham procedió a erigir altares en distintos lugares. En varias ocasiones él regresaba a ellos para adorar a Dios y recordar sus promesas. En la actualidad nosotros tenemos el privilegio de buscar al Señor y sus instrucciones orando y estudiando la Biblia dondequiera que estemos.

4) Si nos desviamos de sus caminos, demostraremos que dudamos de su Palabra (Gn 12.9-13). 
Al dirigirse hacia Canaán, Abraham supo que había hambre en la tierra, por lo que decidió ir a Egipto. Además, complicó su situación al pedirle a Sara que mintiera y dijera que era su hermana. Nosotros debemos recordar que seguir al Señor quiere decir que Él dirige nuestros pasos y que no hay razón para dejarnos llevar por nuestras circunstancias, lo cual nos apartará de la voluntad de Dios y nos llevará al fracaso.

5) Dios renovará su promesa porque desea que le sigamos fielmente (Gn 15.1-7). Abraham dudó porque no tenía descendencia, pero cuando decidió que su siervo Eliezer sería su heredero, el Señor le aseguró que tendría un hijo nacido de su simiente. También nosotros, si tropezamos con dificultades, tendemos a pensar que se debe a que no andamos en sus caminos; pero el Señor nos alienta al confirmar sus promesas.

6) Seguir consejos insensatos da lugar a que ignoremos las promesas de Dios y nos apartemos de su voluntad (Gn 16.4). 
Como el tiempo pasaba, Sara se impacientó porque no podía tener hijos y decidió resolver el problema por su cuenta. Entonces, convenció a Abraham de que tuviera un hijo con su sierva, lo cual dio lugar a un conflicto familiar. De la misma manera, si nosotros nos apartamos de lo que Dios ha prometido, sufriremos consecuencias lamentables.

7) Desde nuestra perspectiva, parecerá imposible que Dios cumpla lo prometido (Gn 17.16-19). 
Cuando Sara supo que tendría un hijo, aunque ya tenía 90 años, le pareció tan imposible que se rio. No obstante, Isaac nació. No debemos restar importancia al poder del Señor, pues si le obedecemos cuando alguna cosa nos parezca imposible, Él cumplirá su promesa y derramará abundantes bendiciones.

8) Podrá demandar que hagamos algo aparentemente contradictorio (Gn 22.1-5). 
Aunque el Señor dijera claramente que el mundo sería bendecido por medio de Isaac, Él probó la fe de Abraham ordenándole que sacrificara a su hijo amado. Abraham obedeció, pero el Señor intervino y proveyó un cordero que tomara el lugar de Isaac. Siempre que Dios nos pruebe, debemos seguir el ejemplo de Abraham y vivir por fe y obediencia, no por sentimientos ni por razonamientos humanos.

9) Podrá requerir que renunciemos a algo que sea valiosísimo para nosotros (Gn 22.2). 
Isaac era el hijo predilecto de Abraham pero aún así, su mismo padre estuvo dispuesto a entregárselo a Dios. Cada uno de nosotros debemos preguntarnos si hay algo o alguien que sea tan especial para nosotros que nos sea difícil obedecer al Señor. En algún momento Él podrá llevarnos a un punto decisivo en el cual su propósito dependa solamente de una decisión. Aunque ésta nos parezca demasiado extrema y costosa, nosotros debemos hacer lo que Dios nos pida y deshacernos de aquello que aparentemente sea más atractivo que someternos con gozo a su voluntad.

REFLEXIÓN:

¿Ha experimentado el cumplimiento de las promesas de Dios en alguna área de su vida?
¿Qué tipo de frustraciones ha experimentado al esperar en el tiempo de Dios?
¿Mantiene algún tipo de diario o libreta para escribir las promesas de Dios una vez que se han cumplido?

(Ps. Charles Stanley).

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