Aprende a Reaccionar al Toque de Dios...
Escribir en maquinilla era toda una experiencia. Era una experiencia sensorial por todas partes. Había que apretar la tecla, escuchabas el ruido, tenías que moverla; así que, cuando tú escribías, tenías toda la experiencia. El mundo evolucionó y llegaron las computadoras. Pero el teclado de la computadora no es lo mismo. Es una experiencia muy diferente. No hay que apretar la tecla tan fuerte, no hay ruido. Lo que hay es una pantalla, no hay ruido que te anuncie que terminaste una línea y que tienes que volver a empezar. Así que, se fue poco a poco quitando todas las sensaciones de escribir en una maquinilla. Sin embargo, entendiendo la necesidad de sentir, la tecnología ha tenido que hacer ciertas cosas para adaptarse. Entendieron que para que la persona sienta que hizo algo, tenían que sentir algo. Así que, ahora, cuando usas el teclado de tu celular, tiembla; cuando juegas un videojuego, el control también tiembla; es toda una experiencia sensorial. Se sabe que para que haya una mayor experiencia, tienen que estar la mayor cantidad de sentidos involucrados. Todo esto se puede activar o desactivar, pero tienes esa opción porque tocar nada más y no ver una reacción es como si nada hubiera pasado.
Aunque como creyentes no somos dirigidos por nuestras emociones, todos queremos sentir. La persona por excelencia que nos da ese efecto óptico en nuestra vida es Dios. En cada toque que Él te da, Dios quiere que tú sientas algo. Dios quiere darte una experiencia donde tú puedas decir: realmente Dios ha estado conmigo. El problema de algunos es que no saben reaccionar al toque de Dios. y no es que Dios no te está tocando, no es que Él no está haciendo algo, sino que a veces, hemos desactivado esa opción y hemos decidido que no lo necesitamos. Y qué triste cuando Dios te toca y marca tu vida y no hay ninguna reacción en ti. Así viven muchos.
Hemos estado estudiando la necesidad que debe haber en el espíritu de todos nosotros, de conquistar, de avanzar, de crecer, de llegar a nuestro máximo potencial. Hemos observado cómo es necesario que nos enfrentemos a los retos y sepamos que hay una obra qué completar y que cada vez más es necesario e indispensable para nosotros como creyentes, que se levante ese espíritu conquistador y que nos atrevamos a ir un poco más allá de lo que jamás habíamos imaginado. Observamos la vida de Abraham, entre otros, para ver cómo esa experiencia se desarrolla.
“15 De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés.” Josué 11:15
La versión en inglés dice: no dejó nada sin completarse. Dios manda a Moisés, y Moisés no lo completa; así que, Josué tiene que completar lo que Moisés no completó; y en los últimos años de Josué, Dios dice: Josué no dejó nada sin hacer. Qué expresión tan poderosa. Imagina que llegue un día en tu vida que Dios te describa así: todo lo que le pedí que hiciera, lo hizo, lo completó, lo terminó; todo lo que le pedí lo hizo a cabalidad.
Josué tuvo que completar lo que Moisés no terminó. Y hay generaciones que se atrasan en su vida porque tienen que completar lo que las generaciones pasadas debieron haber hecho y no hicieron. De Josué se dice que completó todo. Pero como la Biblia es tan interesante y la historia es tan poderosa, en el capítulo 12 vemos cómo Dios comienza a decir: Josué conquistó a este, conquistó aquello; comienza a nombrar todos los reinos que conquistó, hasta llegar al capítulo 13.
“Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer.” Josué 13:1
Entonces, la pregunta es si lo hizo todo o queda mucho por hacer. Tanto en Josué 11 como en Josué 13 es Dios quien está hablando. Primero dice que completó todo, y luego le dice que ya es viejito y queda mucha tierra por conquistar. Es un momento en la mente de una persona que solo pocos pueden experimentar y entienden lo que representa. Porque todos en la vida queremos hacer cierres y finales, se nos hace muy difícil entender que la vida continúa.
Todos queremos hacer cierres para decir: terminé. La gente va a la universidad, por ejemplo, no para aprender, sino para terminar un título. Son pocos los que siguen aprendiendo toda la vida. Pero cuando terminas un diploma no es suficiente para lo que estamos viviendo. Si no aprendes cada vez más y más rápido, te atrasaste. Y el no tener un final nos desespera.
Lo que vemos aquí es algo que, como iglesia, es importante que entendamos. Dios no se está contradiciendo. Él está celebrando a Josué, diciendo: lo que tú tenías que hacer, lo hiciste, pero yo todavía continúo, hay más cosas que yo quiero lograr.
En la vida, tienes que saber que tu meta debe ser que, como a Josué, Dios te diga un día: estás viejito, eres de edad avanzada, y te felicito, hiciste todo lo que tú tenías que hacer; pero quiero que sepas que todavía hay más; ahora quiero los filisteos, los jebuseos. Por eso es que la orden que Dios le da a Josué es: reparte esta tierra, pasa el resto de tus años repartiendo esta tierra, adiestrando a los demás porque todavía hay más que conquistar. Esto no era para frustrar a Josué, sino para que Josué entendiera que la obra de Dios no terminaba con él.
El hecho de que tú obedezcas a Dios a cabalidad y que tú completes tu obra, no quiere decir que Dios no quiera darle continuidad a todo lo que Él quiere hacer porque lo que Dios quiere hacer en este mundo, no termina con que tú termines tu tarea, pero triste sería que te mueras sin tú terminar tu tarea y atrasar lo que los otros podrían hacer. Porque si Moisés hubiera conquistado la tierra prometida, Josué hubiera conquistado a los filisteos. Pero como Moisés no entró, Dios tiene que llamar a alguien que tiene que esperar cuarenta años en el desierto dando vueltas para entrar y hacer algo que no le correspondía a él. Todo lo que tú no completes, las próximas generaciones lo tendrán que completar.
Tú eres quien atrasa o avanza a las próximas generaciones. Tú eres responsable de hacer que tu tarea se complete y que los otros puedan hacer lo de ellos. Y tiene que haber un día donde tú entiendas esto: la vida continúa. Lo que pasa es que en la mente del hombre la continuidad es aburrida. Uno de los mensajes que más ha calado profundo en la iglesia evangélica es el mensaje del fin; todo se acaba porque la gente siempre quiere ver un fin. El problema es que, cuando tú ves siempre un fin, la pregunta es que si el fin ya está aquí, entonces, para qué tú avanzas, para qué conquistas si ya esto se acaba, si todo se va a destruir. La gente quiere un fin porque el fin es lo que les da sensación de completar, y lo que tú debes tener hoy no es una sensación de completar, sino una sensación de realización; y no es lo mismo. Realización no es lo mismo que completar. Fuente de Agua Viva tiene que saber que nosotros tenemos que hacer lo que nos toca a nosotros, pero que Dios no habrá terminado en Puerto Rico con que nosotros terminemos nuestra tarea; pero que no nos vayamos a la tumba sin que Dios nos diga esa frase: hiciste todo, pero todavía queda más.
Cuando vemos la Biblia, nos damos cuenta que ese siempre fue el llamado de Dios. Y es triste porque, en la Biblia, vemos hombres que no completaron lo que tenían que hacer. Por ejemplo, vemos un Elías; y sin quitarle nada de la parte profética, el poder y los milagros que Dios hizo a través de Elías, Elías no completó lo que Dios le pidió que hiciera. Elías hizo una gran demostración donde bajó fuego, mató ciento cincuenta profetas de Baal y se fue y se metió deprimido en una cueva. Quiso renunciar, dejarlo todo; y si algo Dios detesta es la gente que renuncia. Si algo a Dios no le agrada es la gente que se quita. Dios dice: nadie que ponga su mano en el arado y mire atrás es digno del reino de Dios. La Biblia dice que nosotros no somos de los que retrocedemos; no hay tal cosa como que te puedes quitar; aquí no hay tiempo para eso. Y Elías fue a la cueva y se encerró allí y dijo: ojalá me muriera aquí. Antes que se metiera en esa cueva, Dios le dio una comida con un ángel, y le dijo: levántate y come porque largo camino te resta; no he terminado contigo, así que sal de esta. Se mete en la cueva deprimido, y Dios le dice: yo no me meto en cuevas, así que sal. Dios lo hizo salir y allí habló con él, y le dijo: Elías, oye bien: tienes que ungir a tres personas. Y Elías solo ungió a uno; le faltaron dos más. Y Eliseo tuvo que completar eso. Elías se fue al cielo sin completar lo que Dios le había pedido que hiciera. Esa es la misericordia de Dios, que a pesar que tú no hagas todo lo que tienes que hacer, Él en su infinita misericordia, te ama, no te abandona y no te juzga ni te reclama. Pero Dios te libre de estar en tus últimos días y que pienses que no hiciste todo lo que Él te pidió. No hay problema con que termines tus días y te des cuenta que falta más por hacer; una cosa es que falte más por hacer, otra, que tú hayas hecho todo lo que tú tenías que hacer.
Pedimos a Dios que en los próximos meses y años, ese espíritu de conquista se levante en ti y en tu interior, y que tú digas: lo que me corresponde a mí, lo voy a hacer, y voy a abrir paso a la nueva generación para que hagan lo que ellos tienen que hacer.
(Ps. Otoniel Font).
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