Una piedra en tu zapato...
En Génesis 5, se nos dice de Enoc, que caminó con Dios; Y en Hebreos 11, Dios celebra a Enoc porque, por fe, caminó con Dios. El problema de muchos es que piensan que todo va a ser fácil al caminar con Dios. Todos hemos tenido la experiencia alguna vez de caminar, sabiendo y sintiendo el dolor de que tenemos una piedra en el zapato. Y en tu caminar con Dios, siempre habrá piedras. Siempre.
Cuando tienes problemas del corazón, el cardiólogo te manda a caminar, no a correr; Porque caminar tres veces a la semana arregla tu corazón; Pero piensa por un momento: ¿Cómo tu caminar ha dañado tu corazón? A Moisés, lo primero que Dios le dice es: Quítate el calzado de tus pies. En otras palabras: A donde te quiero llevar, no te puedo llevar con los zapatos que tienes; Tienes que quitártelos, porque vas a caminar algo nuevo.
El mismo Jesús tuvo dos eventos muy importantes en su vida en relación a esto. En su último momento, se sentó a la mesa con sus discípulos y les lavó los pies. Pedro no quería, y Jesús dice: El que está limpio en el corazón, lo que le hace falta es que alguien le lave los pies; Ustedes han caminado tres años y medio conmigo, los han insultado, han tenido momentos difíciles, y todavía están aquí; Yo me voy, y tengo que limpiarles los pies de todo lo que han caminado, porque el caminar conmigo les ha ensuciado los pies. Más adelante, la Biblia nos dice que llega una mujer, y unge los pies de Jesús; Y, a los que la criticaban, Jesús les dijo: Déjenla, porque ha ungido mi cuerpo. No dice mis pies. ¿Cómo Jesús dice que alguien puso aceite en sus pies y le unge el cuerpo? Aquella mujer estaba ungiendo al Señor por lo que él iba a caminar. Tú no puedes caminar por la vía dolorosa, si tú no tienes los pies ungidos. Los golpes los recibió en la espalda, en la cabeza; Pero tú no puedes entrar en una tumba, si alguien no ha ungido tus pies.
En tu vida, en tu caminar con Dios, hay dos cosas que te hacen falta: Alguien que te lave los pies, y alguien que los unja. Alguien que lave tu pasado, y alguien que te unja para lo que vas a pasar; Porque vas a coger golpes. La gente quiere que se les unja la cabeza, pero lo que tú necesitas es que te unjan los pies, para que aguantes, para que sigas caminando. En la vía dolorosa, te van a escupir, te van a criticar; En tu camino a tu resurrección, te van a condenar, te van a matar, vas a ir a la tumba, vas a estar encerrado tres días, no vas a ver nada; Y, si tú entras a esa tumba de tu vida, sin tus pies ungidos, ¿cómo vas a salir?
A veces, pensamos como los que están allá afuera: Que el país no sirve, que no hay nada que hacer; Todo porque tenemos una piedra en el zapato. Pero Dios siempre envía alguien a tu vida para que te lave y te unja los pies. Alguien que haga lo que se requiere, lo necesario para que tú continúes tu camino, para que tú sigas caminando con Dios.
(Ps. Otoniel Font).
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