Que tu Misión sea predicar la Palabra...

 

“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. 2 Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3 Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. 4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. 5 Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. 6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. 7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8 Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9 Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.” Génesis 11:1-9

¡Qué poderoso! Los hombres se unen; pero, hermano, mientras los hombres se unen para subir, Dios dice: yo voy a bajar. Y, cuando Dios baja, se acabó la fuerza que se hizo. Se acabó; porque lo que Dios ha dicho que va a ocurrir, es lo que va a ocurrir.

¿Por qué Dios baja y los confunde? Esta gente estaba usando las mismas palabras que usó Dios en el huerto del Edén. Cuando Dios hizo al hombre, Dios dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. ¿Quién fue el que hizo la obra? Dios. Y estos hombres están diciendo: hagamos, nosotros podemos hacer de esta tierra mejor, nosotros podemos hacer de este planeta mejor, mi ideología puede hacer de este planeta mejor, mi gobierno puede hacer de este planeta mejor, mi gobierno es quién lo puede hacer; ¡hagámoslo, hagámoslo! Son las mismas palabras que usó Dios. Y Dios dijo: eso no puede ser; en la tierra nada puede pasar, si Yo no estoy en el asunto.

El libro de salmos dice, claramente, que en vano trabajan los que edifican la casa, si Jehová no está en ella. Si Jehová está dentro del asunto, puedes unirte, podrás lograr algunas cosas, pero óyelo bien en el día de hoy: si Dios no está dentro del asunto, lo que terminas es confundido, lo que terminas es peleando porque la gente, eventualmente, hala para su lado; la gente tiene quinientas ideas. Dios es el que tiene que estar en todo lo que hacemos; por eso, lo más importante que tenemos que hacer es predicar la palabra de Dios, a tiempo y fuera de tiempo.

Una vez más, no es que no hables, que no tengas libre expresión; pero tú no puedes pasar toda tu semana, todo tu día, hablando de la política, como habla cualquier analista político allá afuera. Nosotros tenemos que saber que lo más importante que nosotros podemos hacer es la predicación de la palabra del Señor, a tiempo y fuera de tiempo. Lo que tenemos es que estar dándole esperanza a la gente, a través de lo que Dios ha dicho que Él hace en la vida de una persona cuando conoce que Jesucristo es el Señor.

La esperanza de tu país no está en un cambio de gobierno. La esperanza en tu país no está en la izquierda o la derecha. La esperanza de tu país no está en ningún sistema político. La esperanza de tu país no está ni en que nos unamos. En lo único que tenemos que unirnos es en aceptar que el único que puede cambiar esto se llama Jesucristo, punto y se acabó.

Hace falta política, hacen falta líderes; líderes sociales; y si tú tienes una pasión por un área de esas, hermano, haz lo que entiendas; pero si tú te proclamas cristiano, no levantes una bandera de cualquier ideología, más de lo que tú levantas la Biblia. Eso es todo. Porque, entonces, estás espiritualizando tu fe, y diciéndole a la gente; y con tu fe, estás respaldando un sistema, y con tu cristiandad, estás respaldando un sistema que no es la solución.

La solución para tu país, y El Edén, se restaura cuando la gente conoce que Jesucristo es el Señor. Todo esfuerzo de unidad ante la presencia de Dios, termina si Él no está envuelto en el asunto.

El otro problema que existe con nosotros, los cristianos, es que no aceptamos nuestra responsabilidad.

“28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Génesis 1:28

Luego de esto, viene el diluvio; la tierra se había llenado de maldad.

“Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra.” Génesis 9:1

La misma orden de Génesis 1, la vemos en Génesis 9; y es la misma orden que vemos más adelante, en Mateo 28, cuando Dios le dice a los discípulos: id por todo el mundo, y haced discípulos a las naciones.

El deseo de Dios siempre ha sido que su imagen, que su gloria, sea repartida en toda la Tierra.

Fíjate lo que ocurre cuando viene la torre de Babel. La torre de Babel, su intención, era crear un lugar, en un sitio en particular, donde ellos estuvieran cuidados del juicio de Dios y de cualquier cosa que viniera en contra de ellos. ¿Qué dijeron los hombres de la torre de Babel? “Hagamos una torre, hagámosla alta.” Pero ¿por qué alta? Por el diluvio. Porque ellos vienen de la conciencia del diluvio, es que están diciendo: hagamos una torre alta, donde, si viene otra vez juicio nosotros, nos salvemos. En otras palabras, vamos a hacer algo para evitar el juicio de Dios sobre nuestras vidas; vamos a hacer nosotros nuestros propios dioses, nosotros mismos somos los que vamos a determinar, y lo que vamos a hacer es que, para que no nos dispersamos, nos vamos a quedar aquí, haciendo de un sistema su Dios. Y Dios dice: esa no es la intención; la intención es que todos tienen que estar por toda la Tierra, no se pueden quedar en un solo lugar, no se trata de llenar el cielo, se trata de llenar toda la Tierra. Esa ha sido la orden.

Como creyentes, tenemos que tener claro cuál es nuestra responsabilidad aquí en la Tierra; pero, para hacer eso, tenemos que entender primero el poder de Dios en nuestras vidas y lo que Dios hace con nosotros porque podemos cometer el error de que, sin darnos cuenta, con una buena intención, todos podemos crear nuestra propia torre de Babel.

Cuando miramos, hay muchos momentos en la Biblia donde observamos cómo Dios hace lugares de protección para su pueblo, pero esos nunca fueron lugares permanentes; eran lugares transitorios. Por ejemplo, el famoso Gosén. Dios le dice a Moisés: viene un momento donde habrá oscuridad en Egipto, pero todo el que viva en Gosén, tendrá luz. Dios le dice a Israel: oye bien, Moisés, viene un tiempo de oscuridad, y Egipto no va a tener luz, Egipto no va a brillar, pero el que esté en Gosén, va a tener luz. Ahora, ¿por cuánto tiempo iba a durar eso? Eso era transitorio, era entre lo que Dios hacía juicio para sacar al pueblo de Israel de allí, para que pudiera cumplir con la misión de llenar toda la Tierra.

Así que, tú puedes estar en un Gosén porque Dios va a cuidar de sus hijos, pero el Gosén no debe durar toda la vida porque Gosén debe ser un espacio transitorio, en lo que tú puedes salir y comenzar a multiplicarte y llenar toda la Tierra de tu experiencia con Dios, para que toda la tierra experimente esa misma luz. Y el problema que algunos cristianos tienen es que han creado una burbuja en sus vidas por el efecto de lo que Dios hace en nosotros, pero te olvidas de que, lo que cambió tu vida, es lo que puede cambiar la vida de otros, y no es un sistema de gobierno, sino es la Palabra que tú has recibido, que ha cambiado tu vida.

(Ps. Otoniel Font).

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