Viviendo en tibieza...
Aquellos que eligen vivir en tibieza comparten ciertas características. Veo esas características que se muestran en las dos tribus y media de Israel que optaron por permanecer al oeste del Jordán. Eran Rubén, Gad y la mitad de Manasés. Los nombres hebreos de esas tribus expusieron sus luchas por el pecado.
Rubén significa “¡Un hijo que ve!” Él era el primogénito de Jacob, pero perdió su primogenitura porque fue dominado por la lujuria. Jacob describió a su hijo Rubén como “Impetuoso como las aguas, no serás el principal, por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste” (Génesis 49:4). Rubén se acostó con la concubina de su padre, y Jacob, en la hora de su muerte, se negó a bendecirlo. Rubén solo tenía ojos para este mundo con sus deseos y placeres. Era inestable porque su corazón siempre estaba dividido, y este espíritu pasó a su posteridad. Esta era una tribu entera apegada al mundo y empeñada en salirse con la suya.
Gad significa “fortuna o tropa”. En pocas palabras, esto significa soldados de fortuna o mercenarios. Moisés dijo de Gad: “Escoge lo mejor de la tierra para sí… ” (Deuteronomio 33:21). Esta tribu era obediente en apariencia, “ejecutaba la justicia del Señor”, pero la característica predominante era el interés propio. Gad estaba consumido por sus propios problemas y la necesidad de “lograrlo”. La filosofía de Gad era “Pelearé con el ejército del Señor; seré obediente y haré todo lo que Dios espera de mí. Primero, sin embargo, necesito prepararme a mí y a mi familia, luego seré libre para hacer más para el Señor”.
Manasés significa “hacer olvidadizo”. Este era el hijo primogénito de José y debería haber recibido la primogenitura. Sin embargo, incluso en su niñez, se estaba desarrollando un rasgo triste, y Jacob lo vio en el Espíritu. Un día Manasés olvidaría los caminos de su padre, José, y descuidaría el mandamiento del Señor.
La misma mentalidad que se encuentra en ellos se puede encontrar todavía hoy en aquellos que se niegan a pulverizar sus ídolos y morir al mundo. Considera estos rasgos combinados de los cristianos tibios. Son inestables como el agua en las convicciones espirituales, indecisos, gobernados por necesidades egoístas, descuidando la Palabra, tomando sus propias decisiones en lugar de confiar en Dios. Se olvidan de las bendiciones pasadas y no están dispuestos a dejar ir ciertos ídolos, justificando sus decisiones.
Decidamos procurar la plenitud del Señor. El deseo de Dios para ti es que entres en un lugar de reposo, gozo y paz en el Espíritu Santo. Sigámoslo de todo corazón.
(David Wilkerson).
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