El comienzo de la Oración ...
Lea: Génesis 3:8-13
Luego oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba por el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Pero Jehová Dios llamó al hombre, y le preguntó: —¿Dónde estás? Génesis 3:8-9
Este es el comienzo de la oración. Se sugiere aquí que esto era una cosa habitual en las vidas de Adán y Eva. Es bastante notable que la primera oración está grabada sólo después de la caída. Sin embargo, el relato sugiere muy simplemente que la oración había sido una delicia continua y una bendición a Adán y Eva, y parte de su experiencia diaria. Esto parece ser una acción habitual por parte de Dios. Él viene al huerto en el fresco del día a conversar con los dos que habían venido de Su mano creadora, y juntos andaban en el huerto.
Lo más notable sobre este incidente es que la iniciativa para comenzar la oración comienza con Dios. Es el Señor el que viene al huerto. Es el Señor el que llama al hombre. La oración, por lo tanto, comienza con Dios. De muchas formas, esta es la gran verdad sobre la oración que podemos aprender de este incidente, porque a través del resto de las Escrituras la verdad es la base de cada oración que es pronunciada desde aquí y para adelante. Así que siempre debemos leer los relatos de las Escrituras desde este punto de vista.
Muchas falsas enseñanzas presentan la imagen de que la oración es algo que el hombre le hace a Dios. En los mensajes sobre la oración que yo he oído, a veces parece que es el hombre el que salva a Dios de Su propensión a juzgar mediante la oración en el momento propicio. Pero la gente nunca es más compasiva que Dios. La compasión nace de Dios y sólo aparece en los seres humanos cuando es implantada por el Espíritu de Dios. No puedes sentir compasión y misericordia y pena sin el movimiento del Espíritu de Dios. Siempre es un error el pensar que estamos siendo llamados a perseverar en oración en tal grado que “oramos a través de una situación” y persuadimos a un Dios reacio a hacer o no hacer algo que Él está empeñado en hacer. Eso no es oración. La oración, como en esta primera instancia en el huerto de Edén, comienza con Dios. Es Dios el que llama. Es Dios el que ayuda. Es por esto que, cuando sentimos una necesidad o un deseo de orar o de organizar un hábito disciplinado de oración, es Dios el que ha comenzado eso. Él ha plantado ese deseo en nosotros, y nosotros estamos respondiendo. Debemos recordar que esta es la primera gran verdad sobre la oración en las Escrituras.
Padre, hay veces que nos escondemos a nosotros mismos como lo hicieron Adán y Eva. Gracias por la voz que se niega a dejarme ir, pero que suavemente me llama a enfrentarme con mis debilidades y me capacita para encontrar el sitio de purificación y perdón y restauración.
Aplicación a la vida:
¿Genera confianza en Su respuesta dispuesta a nuestras oraciones el saber que nuestro deseo o necesidad de orar resulta de la iniciativa de Dios? ¿Deshonramos Su iniciativa amante al presumir que podemos manipular Su respuesta? ¿Estamos aprendiendo transparencia y confianza en nuestra comunicación con nuestro Padre?
(Ray Stedman).
Comentarios
Publicar un comentario