La Revelación...
“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Corintios 2.10).
Un agnóstico, estando parado al lado de la sepultura de su hermano, pronunciaba una oración fúnebre. Entonces alguien le hizo la pregunta: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” El hombre respondió: “La esperanza dice: ‘Sí’; la razón dice: ‘Tal vez’”. No podía decir más, pues la mente más inteligente tiene sus limitaciones. Al rechazar la revelación de Dios su conocimiento se limitaba a causa de su mente finita.
Pero cualquier cristiano puede decir con certeza: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19.25–26). “Porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles” (1 Corintios 15.52). “Y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.17).
¿Por qué esta diferencia? La respuesta se halla en una palabra: “revelación”. “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios” (1 Corintios 2.14). Por tanto, no puede resolver los misterios del pasado, ni penetrar los dominios más allá de la tumba. En esto, el filósofo incrédulo y el pagano de la selva son iguales. Hay misterios que, sin la ayuda de la revelación de Dios, no pueden ser resueltos por la mente humana. El origen de la materia, el origen de la vida, el origen del hombre, el destino eterno del hombre, y muchas otras cuestiones han desafiado y frustrado las investigaciones del hombre incrédulo por miles de años. Estas cuestiones siempre serán misterios para los que rechazan las escrituras. Los mismos están más allá de nuestra capacidad humana. La única manera de entender tales cosas es por medio de aceptar la información de Aquel que todo lo sabe.
El hijo de Dios aprovecha la oportunidad de aprender lo que el incrédulo rechaza. Él mira el pasado y aprende que “en el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1.1). Mirando al futuro, él se asegura que “no todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados” (1 Corintios 15.51–52). “Como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (1 Corintios 2.9–10). El creyente acepta estas revelaciones y así llega a entender cosas aun más profundas. Pero el incrédulo rechaza la revelación de Dios y de esa manera continúa vagando en oscuridad.
Las revelaciones, verdaderas y falsas
Si una revelación viene de Dios, de nuestro prójimo, de un libro, de la naturaleza o de cualquier otra fuente el revelador tiene que tener el conocimiento verdadero de las cosas reveladas, de lo contrario, tal revelación es falsa. Una revelación no puede ser auténtica a menos que el revelador sepa lo que está revelando.
¿Quién conoce a fondo todo lo que tiene que ver con la eternidad, sino Dios? Dios ha escogido su palabra, la Biblia, como el medio para revelar al hombre esas verdades eternas. Tales expresiones como: “Así dice Jehová”; “Dice Dios”; “Jehová dijo”; “Dios dijo”, se encuentran muchas veces en la Biblia, demostrando que este libro afirma que es la palabra de Dios. Muchos preguntan: “¿Qué parte de la Biblia es digna de confianza como mensajera de las revelaciones de Dios?” Respondemos sin vacilación: “Toda”. Todas las revelaciones que vienen de Dios son verdaderas.
En el tiempo del Antiguo Testamento “Dios, [habló] muchas veces y de muchas maneras (...) a los padres por los profetas”, pero ahora “nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1.1–2). En otras palabras, en las dos épocas Dios ha tenido sus portavoces autorizados por quienes revelaba su palabra y su voluntad a los hombres. Refiriéndose a las escrituras del Antiguo Testamento, Pablo escribió esto: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3.16). Además, con relación a los profetas del Antiguo Testamento, Pedro escribió: “Hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1.21).
Acerca de las escrituras del Nuevo Testamento algunos han promovido la idea necia y dañina que la parte más valiosa son los evangelios mientras que el resto es simplemente los escritos de los apóstoles. No obstante, todo lo que sabemos de Cristo y de su palabra fue revelado por la predicación y los escritos de los apóstoles y sus colaboradores. Ellos escribieron la parte biográfica del Nuevo Testamento (los cuatro evangelios y los hechos de los apóstoles), la parte epistolar (las cartas apostólicas desde Romanos hasta Judas y la parte apocalíptica (el libro de Apocalipsis). El apóstol Juan escribió uno de los evangelios, tres de las epístolas y el libro de Apocalipsis. Respecto a este último libro, Juan declara francamente que es “la revelación de Jesucristo” (Apocalipsis 1.1).
Los apóstoles fueron comisionados a proclamar el evangelio eterno de Cristo en toda su plenitud a un mundo perecedero (Mateo 28.18–20; Marcos 16.15; Lucas 24.46–47; Hechos 1.8; 9.15). Este evangelio del Señor Jesucristo era lo que ellos proclamaban oralmente o por escrito dondequiera que iban. (Lea Romanos 1.16; 2.16; 1 Corintios 14.37; 2 Corintios 4.5; Gálatas 1.8–9; 2 Tesalonicenses 2.15; 1 Timoteo 1.11; Apocalipsis 14.6.) De manera que todo el Nuevo Testamento es la palabra de Cristo.
¿Cómo Dios revela al Hombre?
1. Por medio de Jesucristo
- Jesús es “el resplandor de la gloria de Dios”, es decir, él es a Dios Padre como los rayos de luz son al sol. No se puede separar el sol de los rayos de luz y energía que salen de él. Son una misma cosa.
- Jesús es nuestro tierno y poderoso Creador. Por la palabra de su poder Jesús hace dos cosas continuamente con relación a lo que ha creado.
- Le da permanencia. Su poder está operando en toda la creación para darle estabilidad. Jesús no hizo todo para luego proceder a otras cosas y olvidar de su creación. Más bien, él mantiene la unión del universo a nivel microscópico, y también a nivel estelar.
- Le da propósito. Jesús es el Alfa y la Omega, el principio y el fin. El está llevando el universo desde su principio hasta su terminación. El hará que esta creación cumpla los propósitos por los cuales fue hecho.
- Jesús es Dios y ya que está en su cuerpo glorificado, no se cansa física ni emocionalmente como nosotros. El se sentó para simbolizar que su obra de redención estaba completa. No faltaba nada para poder ofrecernos la vida eterna. Pagó la deuda total de nuestra maldad, y así puede ofrecernos el perdón y la vida eterna. (Hebreos 1.1–4).
Conocemos al Padre por medio de sus “rayos”, es decir, por medio de Jesucristo.
2. Por medio de la palabra escrita
¿Habrá algo que quisiéramos saber acerca de la creación, acerca del destino del hombre u otra cosa fuera del alcance del entendimiento humano? Las respuestas a estas interrogantes las podemos encontrar en la Biblia. En este libro divino el lector puede saber con relación al pasado, al presente y al futuro. Por supuesto, Dios en su sabiduría infinita no nos ha revelado todos sus planes, pero nos ha revelado lo suficiente para que creamos en él (lea Deuteronomio 29.29). La Biblia es la única fuente de información a la cual el lector puede acudir y aprender muchas cosas que habrían permanecido ocultas por las edades, a no ser por las revelaciones en este libro de Dios.
3. Por medio de la naturaleza
El salmista, hablando por inspiración de divina, podía escudriñar los cielos estrellados y decir: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19. l).
Una generación de científicos basando sus conclusiones sobre sus opiniones y observaciones limitadas decide que algunas partes de la Biblia no son ciertas. Otra generación de científicos que ha hecho más observaciones y estudios descubren que la Biblia no está equivocada, sino sus críticos. Y así continuará hasta que el hombre vea a Dios “cara a cara” (Génesis 32.30; 1 Corintios 13.12). Allí el hombre se dará cuenta que todas las palabras y las obras de Dios concuerdan perfectamente.
4. Por medio del Espíritu Santo
Acerca de los misterios que el hombre natural no puede percibir, Pablo dice: “Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (1 Corintios 2.10). Cuando el Espíritu de Dios entra en el alma del hombre la Biblia se convierte en un mensaje nuevo. “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2.14). El Espíritu Santo le da al hijo de Dios un discernimiento de la Biblia lo cual el hombre incrédulo más inteligente nunca puede alcanzar. (Lea Juan 14–16 para ver lo que dice Cristo acerca de la obra del Espíritu Santo.)
5. Por medio del ministerio de los ángeles
Fue por medio de los ángeles que Abraham supo acerca de la venida del hijo de la promesa (Génesis 18.1–15). De la misma manera se le comunicó al patriarca acerca de la destrucción inminente de Sodoma (Génesis 18.16–22). Lot fue advertido del juicio de aquella ciudad por medio de los ángeles (Génesis 19.12–13).
A continuación otros ejemplos de la obra de estos espíritus ministradores. A Balaam se le recordó que había recibido aviso acerca de su desobediencia a Dios (Números 22.26–35). A Zacarías le informaron de la venida de Juan el Bautista (Lucas 1.11–25). A María y José les fue revelado acerca del nacimiento de Jesús (Lucas 1.26–38; Mateo 1.18–2l). Los pastores de Belén recibieron las noticias del nacimiento de Jesús (Lucas 2.10–14). A José y a María se les dio instrucciones para que huyeran a Egipto (Mateo 2.13–15). A los discípulos se les aseguró que Jesús volvería de nuevo (Hechos 1.11). Pedro y Cornelio se conocieron el uno al otro, y la puerta del evangelio fue abierta a los gentiles (Hechos 10). Dios reanimó a Pablo y le dio seguridad respecto de sí mismo y de toda su compañía en el naufragio (Hechos 27.23–26).
6. Por visiones y sueños
Fue por medio de una visión que Abraham supo que los hebreos estarían 400 años en Egipto (Génesis 15.12–16). También fue una visión en Betel lo que marcó un punto importante en la vida de Jacob (Génesis 28). En esta visión Jacob vio una escalera que llegaba hasta el cielo y a los ángeles que subían y descendían por ella. Los sueños de José, por los cuales llegó a tener el apodo de “el soñador” (Génesis 37.19), nada más y nada menos fueron las revelaciones de Dios para él. Los sueños de Faraón, del jefe de los coperos y del jefe de los panaderos demuestran que hubo otros, además del pueblo de Dios, a los cuales Dios se manifestó por medio de visiones y sueños. Darío y Nabucodonosor también tuvieron sueños de parte de Dios. Las visiones de los magos, de Pedro, de Cornelio, de Pablo y de Juan son pruebas de que este método de Dios para revelarse al hombre se extendió a los tiempos del Nuevo Testamento. Todavía en la actualidad existen personas que han visto en sueños cosas que pasaron después. Aunque Dios sí se revela por medio de sueños y visiones debemos recordar que no todo lo que soñamos es revelación de Dios.
7. Por medio de la conciencia
La ley de Dios está en nuestra conciencia y entre lo que la sociedad dice que deberíamos hacer y lo que nuestra naturaleza pecaminosa desea hacer - sabemos qué es lo correcto a hacer porque Dios ha escrito su ley en nuestros corazones. (Romanos 2.14–16).
No existe conflicto entre las revelaciones divinas
¿Se contradicen entre sí las revelaciones de Dios? Nunca. Si existen supuestas revelaciones que se contradicen queda claro que las mismas no provienen de Dios. La Biblia nos amonesta "probad los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4.1). ¿Acaso las revelaciones que recibimos están en armonía con Dios? Cuando nosotros escuchamos supuestas “revelaciones” que se dicen ser de Dios debemos hacer como los de Berea (Hechos 17.11). Escudriñemos las escrituras diligentemente para ver si estas cosas son ciertas. No puede haber ninguna revelación de Dios que no esté en armonía perfecta con la palabra de Dios, la Biblia.
Conclusión
- ¿Qué fue lo que capacitó a los “niños” para recibir lo que “los sabios y (...) entendidos” (Mateo 11.25) no comprendieron? La fe.
- ¿Qué es lo que capacita al campesino analfabeto para comprender más de la bondad, el amor y el poder de Dios que algunos de los hombres más educados no entienden? La fe.
- ¿Qué es lo que capacita al hijo de Dios para escudriñar los misterios del pasado y del futuro, mientras que los hombres mundanos que se han pasado la vida tratando de entender tales misterios han aprendido muy poco? La fe.
Es por medio de la fe que la persona recibe los misterios de las edades. Donde no existe la fe, tales misterios no pueden ser revelados.
El hijo de Dios tiene muchos motivos para dar gracias a Dios por las muchas revelaciones maravillosas que él ha recibido. Al mirar hacia atrás podemos ver la puerta del pasado abrirse y por fe escuchamos las palabras: “En el principio (...) Dios”. Si miramos hacia arriba podemos contemplar por fe que se derrama un torrente de luz celestial sobre el tiempo actual. Cuando miramos hacia delante por fe vemos que la puerta al futuro empieza a abrirse ante los ojos del hombre, mientras oímos las palabras: “He aquí, os digo un misterio....” Así el cielo y la tierra se llenan de la luz de Dios.
Si aún no has aceptado a Jesús como tu Señor y Salvador personal medita en esta Oración de Fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador, escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo. Gracias Jesús. Amén". Si hiciste esta oración con fe !Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón, Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas !Gloria a Él!
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