Descansa en Tu Propósito...



“35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” Marcos 4:35-41

Esta historia la vemos también en los libros de Mateo y Lucas. Vemos a los discípulos en esa ansiedad, en ese momento en que el Señor estaba descansando, durmiendo. El apóstol Pablo habla acerca de la paz que sobrepasa todo entendimiento; nos dice que nosotros podemos experimentar esa paz que la gente no puede entender. En esta historia vemos una manifestación de esa paz. Los discípulos no podían entender cómo Jesús podía dormir, descansar; tanto por el viento como por el agua, por los gritos de ellos. Ellos no entendían cómo él estaba tan tranquilo, y comenzaron a cuestionar si él les amaba, si realmente tenía cuidado de ellos. Entonces, le despertaron y él tomó autoridad y calmó la tempestad.

Es curioso que aquellos que estaban despiertos no pudieran tomar autoridad sobre la tormenta; solo el que estaba descansando pudo tomar autoridad sobre aquella tormenta. Solo el que está en ese descanso interior puede calmar las tormentas de su vida. Tú no puedes ser de los discípulos que están volviéndose locos dentro de la barca. Tú tienes que ser de los que pueden descansar, sabiendo que en el momento que tengas que tomar autoridad, puedes hacerlo.

Jesús sabía que él tenía un propósito más grande, y que ese propósito no iba a permitir que él pereciera en aquel lugar. Aquella tempestad no iba a terminar con él. El propósito, lo que él tenía que cumplir era mucho más grande. El propósito que Dios te ha dado, es lo que te debe dar seguridad que estas tormentas no acabarán contigo. Él le había dicho a sus discípulos: Pasemos al otro lado. Era una orden. Ninguna tormenta los iba a detener. Él se molesta con los discípulos precisamente por eso; porque él ya había dado una orden, él ya había dicho que pasarían al otro lado. Tendrían que pasar en medio de aquella tormenta, pero debían seguir porque llegarían, ya él había dado la orden.

Tú vas a pasar al otro lado. Hay propósito para tu vida. Y en eso es que debes descansar.

“23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. 25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros. 26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. 27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Juan 14:23-27

La gente pide que oremos por la paz mundial, y eso está bien, pero cuando Jesús habló a sus discípulos, les dijo: No se turbe tu corazón. Él dijo: La paz que te voy a traer es para que tu corazón no se turbe por los problemas; la paz que te voy a dar es que vas a entender mis palabras, lo que te he dicho; y aún el Padre te va a enseñar muchas más cosas. El Señor está dejándoles saber en qué ellos podían tener paz; en que el Espíritu Santo les iba a recordar todo lo que iba a ocurrir, lo que estaba pasando.

Jesús ya había comenzado a llegar a términos con lo que era su propósito, su llamado. Por un momento, en el Getsemaní, vaciló por un momento en sus pensamientos cuando le dijo al Padre: Pasa de mí esta copa. Vemos siempre a un Jesús que había vencido al enemigo, había vencido las tentaciones, pero cuando llegó el momento de ir a la cruz, cuando se acerca ese momento en que tiene que padecer, comienza a batallar; como todos nosotros batallamos con las cosas que tenemos que pasar. Muchos sabemos que tenemos que pasar por ciertos problemas, que hay cosas que nadie nos despinta, que tenemos que cruzar, que atravesar. Y tiene que haber un momento en que entiendas que tus propósitos te hacen atravesar tormentas. Para lo que tú fuiste llamado, para la grandeza que Dios tiene para ti, hay tormentas que hay que pasar, hay procesos que hay que pasar, cruces que llevar sobre tus hombros. Tu llamado y tu propósito requieren de ti caminar por lugares por donde no todo el mundo ha estado dispuesto a caminar. Tienes que llegar a tener la seguridad y la paz, la confianza en tu corazón, dentro de ti, para caminar hacia todo lo que Dios tiene para ti, sabiendo que eso que está pasando es algo simple comparado con todo lo que Dios tiene para tu vida. Aunque habrá momentos de dolor, de amargura, momentos difíciles, tu propósito, tu llamado, lo que Dios te ha pedido que hagas es más grande y tu vida no terminará en ese lugar que el mundo ha dicho que va a terminar.

Hay un momento en que tienes que llegar a términos con lo que Dios ha hablado sobre tu vida. Camina en medio de la incertidumbre, con la seguridad de que el propósito de Dios para tu vida es más grande y que tú cruzarás al otro lado. Ten la certeza que, aunque el barco se mueva de un lugar a otro, no te vas a hundir porque la palabra de Dios dice que vas a cruzar al otro lado. Esa es la paz de Dios; cuando el Espíritu Santo entra en tu vida y te da la seguridad de que caminarás en medio de las tormentas y dificultades, y tendrás tranquilidad, paz, sabiendo que el propósito de Dios para tu vida es más grande.

¿Por qué Jesús fue capaz de llegar a la cruz? Él llegó a entender en su mente, llegó a someter sus pensamientos a entender que había unos azotes que recibir, una cruz que cargar, que iba a ser repudiado y odiado, pero si conlleva todo eso el alcanzar su propósito, lo haría, seguiría, y su propósito iba a resplandecer.

La tormenta no te va a hundir. Ya Dios dijo que tú pasarías al otro lado. La tormenta no va a terminar contigo.

(Ps. Otoniel Font).

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