Pureza en la vida: Guardando el corazón y el cuerpo

En un mundo saturado de tentaciones y distracciones, mantener la pureza es una de las mayores luchas que enfrenta una mujer que desea seguir a Cristo con integridad. La pureza no es solo una cuestión de evitar la impureza externa, sino que comienza en el corazón, el centro de nuestra vida. Como mujeres verdaderas, estamos llamadas no solo a guardar nuestros cuerpos, sino también a proteger nuestros pensamientos, emociones y deseos, sometiéndolos a la voluntad de Dios.

Según Mujer Verdadera 201 de Mary Kassian y Nancy DeMoss Wolgemuth, la pureza es un reflejo de nuestro amor y devoción a Dios, y es un testimonio poderoso ante el mundo de lo que significa ser transformadas por Su gracia.

La Biblia nos enseña que la pureza es un mandato directo de Dios, que requiere que mantengamos tanto nuestro cuerpo como nuestra mente santificados. En 1 Tesalonicenses 4:3-4, el apóstol Pablo dice: "La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propio cuerpo en santidad y honor". Este versículo resalta la importancia de la pureza sexual, pero también nos invita a mantener nuestra vida en santidad en todos los aspectos, protegiendo nuestro cuerpo y corazón de la contaminación del pecado.

Proverbios 4:23 nos dice: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida". Aquí, se nos muestra que la pureza comienza en el corazón, el lugar donde se originan nuestros pensamientos, deseos y motivaciones. El corazón es el centro de nuestra vida, y es allí donde Dios nos llama a tener pureza, no solo en nuestras acciones, sino también en nuestros pensamientos y emociones.

En Mujer Verdadera 201, las autoras explican que la pureza no es solo evitar lo que es malo, sino también cultivar lo que es bueno y santo. La mujer sabia busca vivir en un estado de consagración constante a Dios, permitiendo que Su Espíritu obre en ella y la transforme para reflejar el carácter de Cristo en cada área de su vida.

La pureza en la vida no es algo que se logra de manera pasiva; requiere esfuerzo y disciplina. En la práctica, esto significa tomar decisiones conscientes para evitar la tentación y refugiarse en la verdad de la Palabra de Dios. En Mujer Verdadera 201, Kassian y DeMoss Wolgemuth subrayan que debemos hacer de la pureza un estilo de vida, lo cual implica actuar con integridad en nuestra vida diaria, desde nuestra manera de vestir hasta cómo interactuamos con los demás y cómo cuidamos nuestra mente.
La pureza no solo implica lo que evitamos, sino también lo que buscamos. La mujer verdadera se aleja de todo lo que la deshonra, pero también se esfuerza por llenarse de pensamientos, conversaciones y actividades que la edifiquen en su relación con Dios. En Filipenses 4:8, Pablo nos exhorta: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad". La pureza comienza en la mente, y lo que permitimos en nuestros pensamientos eventualmente afecta nuestras acciones.

Ilustración: Imagina que estás caminando por un hermoso jardín. Si descuidas la limpieza y dejas que las malas hierbas crezcan sin control, pronto cubrirán las flores y plantas hermosas que has sembrado. Así es con la pureza en la vida. Si no guardamos nuestra mente y corazón con diligencia, las "malas hierbas" del pecado pueden crecer y despojar de belleza y santidad nuestro ser. Pero si cultivamos la pureza, como un jardín cuidado con amor y atención, veremos frutos de santidad en nuestras vidas, glorificando a Dios en todo lo que hacemos.

Llamado a la acción:
Hoy, reflexiona sobre cómo estás cuidando tu corazón y tu cuerpo en relación con la pureza. ¿Hay áreas de tu vida en las que necesitas hacer ajustes? ¿Estás permitiendo que pensamientos impuros o acciones deshonrosas contaminen tu vida? Ora pidiendo al Señor que te ayude a guardar tu corazón y cuerpo en pureza, que renueve tu mente y te dé la fuerza para vivir una vida que lo honre. Recuerda que la pureza es un reflejo de tu amor por Dios y una poderosa herramienta para ser testigo de Su gracia transformadora.

(Inspirado en el Libro Mujer Verdadera 201 de Mary Kassian y Nancy DeMoss Wolgemuth).

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