Parábola de la semilla de mostaza ...


Texto Bíblico: Marcos 4:30-34

"Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra. Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo."

El grano de mostaza:

La semilla de mostaza es negra y del tamaño de la cabeza de un alfiler. En los tiempos de Jesús se usaba frecuentemente para referirse a la cosa más pequeña que se pudiera imaginar. De hecho, la expresión "pequeño como una semilla de mostaza" había llegado a ser un proverbio. Por ejemplo, el Señor Jesucristo lo usó para referirse a la fe de sus discípulos: "Si tuviereis fe como un grano de mostaza..." (Mt 17:20).
A pesar de que la semilla es tan pequeña, la planta de mostaza puede llegar a alcanzar hasta cerca de cuatro metros de altura con un tallo grueso como el brazo de un hombre.

La parábola en relación al Reino de Dios:

El punto esencial de la parábola es el contraste entre un comienzo pequeño y un resultado grande, entre el principio y el fin, entre el presente y el futuro del Reino.
La semilla del Reino sembrada por Jesús en el campo del mundo, a pesar de su comienzo minúsculo e irrisorio, tendrá finalmente por su propia vitalidad interna, un crecimiento desmesurado y sobrenatural.

1. ¿A qué comienzo insignificante se refería el Señor Jesucristo?

Seguramente tenía que ver con su propio ministerio público: un rabí desconocido, en un rincón perdido de Palestina, rodeado de un puñado de discípulos sin demasiada cualificación y abandonado finalmente por las multitudes. Sin reconocimiento de los líderes religiosos y sin ninguna clase de influencia política. ¿Qué podía surgir de ahí?

Pero todo esto no es nada comparado con la terrible debilidad manifestada en la cruz. ¿Quién podría imaginar que de un judío ajusticiado en una cruz por el imperio romano, rechazado por su propio pueblo y abandonado por sus discípulos, pudiera surgir un movimiento que dos mil años después siguiera creciendo por todos los países del mundo? Como Pablo resume en (1 Co 1:23) "nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura".

2. ¿Cuál es el final glorioso al que se refiere?

La diminuta semilla crecerá hasta convertirse en un árbol mucho más grande y majestuoso que el de Nabucodonosor (Dn 4:10-22). Sus ramificaciones se extenderán un día hasta los confines del universo, hasta que la creación misma sea liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Ro 8:21), y todos en el cielo y en la tierra hallarán seguridad, satisfacción y deleite en la magnificencia de su dominio.

El Reino de Dios que tuvo este comienzo oscuro y escondido, como la levadura escondida en la masa, se extenderá hasta que no haya lugar en el cielo, la tierra o el infierno donde no se sienta la fuerza y el poder victorioso de aquel Cordero como inmolado que estará sentado en el Trono de la eternidad.

Aquel pequeño grupo de discípulos asustados y perseguidos (Jn 20:19), se convertirá en una multitud que nadie puede contar: (Ap 7:9) "Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos."

Así que, en el momento actual, Dios no reina manifestando todo su poder, sino que por el contrario, su presencia en este mundo, aunque real y viva, es humilde y muchas veces oculta. Incluso sus propios siervos, aunque ya tienen dentro de sí mismos la semilla que producirá estos resultados extraordinarios, son frágiles y débiles, expuestos a innumerables peligros. El apóstol Pablo lo expresó perfectamente: (2 Co 4:7) "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro...", (1 Co 1:26-27) "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles".

Esta falta de importancia, de influencia y de fuerza social de la Iglesia a través de los siglos ha venido a confirmar en cada momento las palabras de Jesús: (Lc 12:32) "manada pequeña...", (Mt 10:16) "yo os envío como a ovejas en medio de lobos".

Algunas aplicaciones espirituales:

La debilidad, la pequeñez y la pobreza son las características de la obra de Dios en este mundo hasta la venida del Señor. Podemos pensar en innumerables ejemplos:
  • Una profesora de escuela dominical que lucha con un grupo de pequeños.
  • Un evangelista al que rechazan una y otra vez sus folletos.
  • Un predicador al que se le duermen los que escuchan su sermón.
  • Unos padres que intentan guiar a sus hijos en los caminos del Señor sin mucho éxito.
  • Un pastor que sólo escucha críticas en la iglesia y que se desanima y deprime.
Es cierto que la obra que hacemos para la extensión del Reino de Dios parece tan insignificante y pobre, que como dijeron los enemigos del pueblo de Dios en los días de Nehemías: (Neh 4:3) "lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará". Pero sin embargo, aunque nuestros esfuerzos por el Reino de Dios sean ínfimos y endebles, Dios promete bendecirlos. No olvidemos, que como aprendimos en la parábola del crecimiento de la semilla, el avance de su Reino no depende de los esfuerzos humanos sino del poder y los propósitos de Dios.

Jesús dijo que ni aun un vaso de agua dado en su nombre quedaría sin recompensa (Mt 10:42). A menudo somos víctimas del engaño en el sentido de que para que algo sea importante debe acompañarse siempre de gran ruido. Dios es diferente en su modo de actuar. Él actúa de formas casi imperceptibles.

Debemos animarnos en nuestro servicio al Señor sabiendo que las grandes cosas proceden de principios muy pequeños.
  • Un niño puede ser el principio de una escuela floreciente.
  • Una conversión el comienzo de una iglesia poderosa.
  • Una palabra la iniciativa de una gran empresa cristiana.
  • Una semilla la seguridad de una rica cosecha de almas salvadas.
No despreciemos nunca el día de los comienzos humildes (Zac 4:10) y no caigamos en la tentación de pensar que para lo poco que podemos hacer no vale la pena ni siquiera empezarlo. No nos desanimemos por el aparente fracaso y la pobreza presente, sino tengamos confianza en la Palabra del Señor que hará que todo esfuerzo honesto por servirle será finalmente multiplicado para su gloria.

"Las aves del cielo pueden morar bajo su sombra"
Era corriente ver una nube de pájaros en esos arbustos, porque les encantan las pequeñas semillas negras de la mostaza. Pero, ¿a qué se refiere el Señor con estas aves?

En el Antiguo Testamento los árboles tipificaban a reyes o imperios que ofrecían protección a pueblos y naciones súbditas, que eran representados como aves.

En referencia a Faraón rey de Egipto, Ezequiel escribió lo siguiente: (Ez 31:6) "Y en sus ramas hacían nido todas las aves del cielo, y debajo de su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban muchas naciones". Y Daniel interpretó el sueño de Nabucodonosor en el que él y su reino eran un gran árbol donde se cobijaban muchos pueblos y naciones (Dn 4:10-27).
En este contexto, es interesante considerar la profecía de Ezequiel que encontramos en (Ez 17:1-24). El profeta utiliza también la figura de grandes árboles y aves para representar reinos y naciones. Después de que Nabucodonosor rey de Babilonia conquistara Jerusalén, el rey de Israel hizo pacto con él comprometiéndose a servirle, pero después de esto buscó ayuda en Faraón rey de Egipto y se rebeló contra el rey de Babilonia. 
Entonces Ezequiel, hablando de parte de Dios, condenó la actitud del rey de Israel y le anunció que sería llevado a Babilonia donde sería muerto y también el resto de Israel que le había seguido sería destruido. Pero en medio de esta situación extrema, en la que había desaparecido toda esperanza de continuidad para su pueblo, Dios anuncia que iba a levantar un renuevo del que formaría su propio Reino (un gran árbol) debajo del cual vendrían a cobijarse naciones y pueblos. Y termina diciendo: (Ez 17:24) "Y sabrán todos los árboles del campo que yo Jehová abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo Jehová lo he dicho, y lo haré".

Con este pasaje como trasfondo, Jesús se atreve a decir que su propio ministerio sería la realización de esta profecía. En su persona Dios estaba sembrando el reino mesiánico en el que encontrarían refugio personas de todos los pueblos y naciones.

Jesús como Maestro:

El evangelista termina esta breve serie de parábolas explicando los criterios que el Señor seguía en su enseñanza: "les hablaba conforme a lo que podían oír".

Aquí podemos aprender varios principios de gran utilidad que todo predicador debe tener en cuenta:
  • Jesús acomodaba su enseñanza a la capacidad de su audiencia. No hay ninguna virtud en hablar por encima de las cabezas de la audiencia. Como alguien ha dicho: "el tirar por encima del blanco sólo demuestra que se es mal tirador". El método empleado por algunos predicadores nos podría hacer pensar que Cristo había dicho: "Apacienta mis jirafas", en lugar de "apacienta mis ovejas". En otra ocasión le dijo a sus discípulos: "Tengo aún muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar". En todo esto Dios se muestra compasivo con nosotros, no dándonos más de lo que podemos recibir.
  • El maestro debe evitar el exhibicionismo. Su misión no es deslumbrar, sino alumbrar. Un buen maestro debe estar enamorado de su asignatura y de sus alumnos, pero no de sí mismo.
  • El maestro debe evitar el sentimiento de superioridad. Tiene que esforzarse por entender porqué el alumno encuentra una cosa difícil de entender. Para ello debe pensar con la mente del alumno.
  • El maestro debe tener paciencia. Un hombre irascible no puede ser maestro. Tiene que tener la capacidad de explicar las mismas cosas tantas veces como sea necesario.
  • El maestro debe siempre animar, nunca desanimar. Al mal maestro le es fácil usar el látigo de la lengua con un discípulo de mente saltarina.
Al concluir esta sección tenemos que expresar nuestra admiración por el Señor Jesucristo como Maestro. Su manera de expresar cosas profundas acerca del Reino de Dios de una forma tan gráfica y sencilla, de tal manera que personas de todas las épocas y culturas puedan entender, hacen del Señor Jesucristo un Maestro único al que debemos admirar e imitar.


Si aún no recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador personal lee y medita esta Oración de fe: "Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz para pagar por mis pecados. Te pido perdón por mis pecados y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por darme el regalo de vida eterna. Deseo cambiar y vivir una nueva vida contigo como mi Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el libro de la vida y prometo serte fiel y justo . Gracias Jesús. Amén."
Si hiciste esta oración con fe. Felicidades! has recibido a Jesucristo como tu único salvador, recuerda que si lo pediste de corazón Dios hará cambios en tu vida. Dios obra en nuestras vidas Gloria a Él.

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