Permitiéndole a Dios hablarnos...

 

Elías ejerció el poder de la oración. Se paró en el Monte Carmelo y se burló de los profetas de Baal, matándolos justo en frente de las narices del rey.

Elías siempre tuvo razón en creer que un gran despertar espiritual estaba a punto de ocurrir. El fuego de Dios había caído y las multitudes habían presenciado milagros. Había sido una demostración increíble del poder de Dios. ¡Qué impresión se llevó él! Jezabel no estaba impresionada en absoluto con los milagros y el poder, y le dijo a Elías: "Para mañana a esta hora, te mataré tal como mataste a mis sacerdotes".

La próxima vez que vemos a este gran hombre de poder y acción, está escondido en una cueva en el monte Horeb, a casi 200 millas de distancia. Dios lo llamó: “Elías, ¿qué haces aquí escondido en esta cueva?”

Elías respondió: “He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 Reyes 19:14). Elías, un profeta que oraba, había estado tan ocupado con Dios, tan ocupado demostrando el poder de Dios, tan ocupado salvando el reino de Dios, que se había convertido en un siervo incondicional. Él había estado hablando con Dios a menudo, pero había oído muy poco.

Un profeta que no tenía miedo de un huracán o un terremoto o fuegos artificiales celestiales, se asustó de una voz suave y apacible. “Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva” (1 Reyes 19:13). ¡Elías cubrió su cabeza con su abrigo! ¿Por qué? ¿No había hablado este profeta con Dios muchas veces? ¿No era un gran hombre de oración? ¿No lo había usado Dios poderosamente? Sí, pero Elías era un extraño para la voz suave y apacible.

Cuando Elías finalmente permitió que esa voz hablara, solo, en silencio, lejos de todas las manifestaciones de poder, él recibió las instrucciones más específicas en todo su ministerio.

¿A cuántos ocupados hijos de Dios hoy nunca les ha llegado esa voz? Están ocupados testificando, orando por un despertar espiritual y ayunando intensamente. Están tan dedicados, pero han escuchado todo menos la voz del Señor. La voz apacible y delicada de Dios ofrecerá mayor revelación y bendición que muchas obras poderosas.

(David Wilkerson).

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