¿Camina usted con Dios?

Viva de la misma manera en que lo hizo Enoc.

Cuando el Señor le llame a su hogar celestial, ¿se dirá de usted que caminó con Dios como lo hizo Enoc? En este mensaje, el Dr. Stanley profundiza en cuanto a cómo tener comunión con Dios de la misma manera en que Enoc la tuvo: de manera diaria, fiel y obediente.

¿Qué desearíamos que las personas recordaran de nosotros al llegar el final de nuestra vida?

Probablemente desearíamos ser recordados por haber sido bondadosos, amorosos, generosos y sabios. O quizás por las habilidades y talentos que teníamos. O por la manera en la que nos relacionamos con las demás personas. Si usted es un creyente en Cristo, el mayor elogio que puede recibir es ser reconocido como alguien que caminó con Dios.

Caminar con Dios significa mantenerlo en el centro de nuestros pensamientos: en todo lo que hagamos, en todo lo que digamos, en todo lo que pensemos, en nuestras relaciones, finanzas, planes y en cada aspecto de nuestra vida. En Génesis 5.21-24 se nos dice que Enoc fue un hombre que caminó con Dios, hasta que el Señor lo llevó al cielo. Su nombre también es mencionado en Hebreos 11.5 y en Judas 1.14, 15, al describirlo como un hombre justo, quien no murió, pues agradó a Dios. Noé, el descendiente de Enoc, también caminó con Dios. Vivió en un tiempo en el que el Señor “vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn 6.5). Fue por esa razón que Dios decidió enviar un diluvio universal, para destruir a toda la humanidad, excepto a Noé y su familia.

Hoy, nosotros también vivimos en un mundo pecador, en el cual muchos viven perdidos y en tinieblas. Su camino está tan oscuro espiritualmente, que no pueden ver hacia dónde se dirigen, ni tampoco pueden divisar los obstáculos y peligros que tienen por delante. Sin embargo, la mayoría de ellos dicen que no necesitan ayuda y ni que tampoco desean tener nada que ver con la única fuente de luz verdadera, Jesucristo.

Requisitos para caminar con Dios

Sin embargo, aquellos de nosotros que ya hemos depositado nuestra fe en Jesucristo como nuestro Salvador, buscamos la ayuda de Dios, pues deseamos vivir de tal manera que podamos honrarlo y obedecerlo. Para que podamos caminar con Dios como Noé y Enoc lo hicieron, debemos cumplir los siguientes requisitos:

Aceptar al Señor Jesucristo como Salvador personal. Este es el primer y más importante requisito que debemos tener en cuenta, pues solo podemos venir a Dios por medio de su Hijo (Jn 14.6). Nuestro andar con Dios comienza una vez que hemos creído en Cristo y le hemos recibido como nuestro Señor.

Escucharlo. El tiempo que pasamos a solas con Él, mientras leemos y reflexionamos en su Palabra y oramos es primordial. Esta es la manera en la que nos instruye y dirige a diario. Y cada vez que sea necesario, podemos venir ante su presencia para pedirle la sabiduría y dirección que nos haga falta.

Confiar en Él. En Proverbios 3.5,6 se nos dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Si no confiamos en el Señor, no le seguiremos, sino que dependeremos de nuestro propio entendimiento. Sobre todo, cuando sus caminos no parecen tener sentido, de acuerdo a nuestra lógica humana. Debemos recordar que nunca podremos comprender a cabalidad los caminos del Señor; pero podemos confiar en que siempre nos guiará por la senda correcta.

Estar de acuerdo con Él. Si no estamos de acuerdo con su dirección y pensamos que conocemos un mejor camino, nos engañamos a nosotros mismos al creer que todo nos saldrá bien. En su Palabra, Dios nos dice que debemos seguirlo y no dejarnos guiar por nuestro limitado conocimiento. Solo el Señor es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Debemos someternos a su voluntad y no esperar que Él se someta a la nuestra.

Obedecerlo. Si afirmamos estar de acuerdo con Dios y con su Palabra, pero no lo obedecemos, no caminamos con Él. El Señor requiere que hagamos lo que nos pida, en el momento en el que nos lo pida y de la manera en que lo disponga. Sin obediencia, no podemos ser verdaderos seguidores de Cristo. Esto debe ser parte de nuestro estilo de vida. Cada mañana debemos despertar con el deseo de someter nuestra voluntad ante la suya, confiar en su dirección y seguir su liderazgo a cada paso que demos.

Ir en la misma dirección que vaya Él. El Señor tiene un propósito específico para cada uno de nosotros. Por eso debemos buscar su voluntad cada día y vivir comprometidos a obedecer en lo que nos pida, por el poder de su Espíritu Santo, quien nos dirige a tomar decisiones sabias. Aunque otros caminos pueden parecer más cortos o rápidos, solo el camino de Dios es el correcto. Y, en ocasiones, tendremos que poner a un lado nuestros deseos personales o alejarnos de otras personas que transitan en dirección contraria.

Ir al mismo paso que Él vaya. Lo ideal es caminar juntos, en la misma dirección y al mismo paso. En ocasiones, o nos retrasamos, o nos impacientamos y deseamos adelantarnos a Dios, pues no queremos esperar. Por eso es tan importante que la Biblia venga a ser parte de nuestro diario vivir. La Palabra de Dios es el compás que nos muestra si avanzamos en la dirección correcta y a la velocidad adecuada. Al leer la Biblia nos volvemos más receptivos a la voz del Señor, para poder obedecerlo. Y, como es omnisciente y conoce el futuro, podemos estar convencidos que su voluntad para nuestra vida siempre es la mejor.

Amarlo. Si en verdad amamos a Dios, haremos lo que nos pida, pues solo desearemos complacerlo y obedecerlo. Nos mantendremos atentos para recibir su dirección y esperar en su voluntad.

Abandonar el pecado. Para caminar con Dios necesitamos tener un corazón puro. Al pecar, debemos arrepentirnos de inmediato y buscar al Señor para pedirle que nos indique cualquier otro pecado escondido que pueda estar presente en nuestra vida. Solamente así podremos desechar el pecado para vivir en santidad tomados de la mano de Dios, mientras nos deleitamos en obedecerlo.

Perseverar en una vida de santidad. Dios nos ha llamado a ser perfectos, sino a vivir sometidos y comprometidos con su santa voluntad. Cuando perseveramos en la santidad, podemos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados inmediatamente, para ser perdonados y purificados por el Señor (1 Jn 1.9).

REFLEXIÓN:

Después de reflexionar en estos requisitos, ¿puede afirmar que camina con Dios? ¿Cuáles están presentes en su vida? ¿En cuáles debe mejorar?
¿Qué puede hacer para caminar con Dios de una manera más constante? ¿Qué es lo que le inspira a perseverar en su andar diario con el Señor?

(Ps. Charles Stanley).

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